Ni en Cuba se puede fumar
Restricciones al tabaco en lugares públicos de la isla caribeña
Ni en la tierra del mejor tabaco del mundo se puede ya fumar impunemente. El Gobierno de Fidel Castro acaba de aprobar una estricta legislación que prohíbe fumar en oficinas, tiendas, teatros, escuelas, centros sanitarios y, en general, en los lugares públicos cerrados, entre otras medidas para "lograr un movimiento de respeto al derecho del no fumador". Hasta ahora, la isla caribeña era uno de los paraísos de los fumadores, tanto por la calidad de su tabaco como por la práctica inexistencia de leyes que restringieran su consumo. Pero no hay términos medios, o calvo o con dos pelucas, la legislación, que entrará en vigor en febrero, prevé hasta el desmantelamiento de las máquinas de expender cajetillas y también su venta en establecimientos que estén a menos de 100 metros de centros escolares.
El que las leyes de acoso y derribo contra la fuma hayan llegado hasta Cuba y con tal fiereza, es especialmente significativo por estar la isla tan unida a la historia del tabaco. El 4 de noviembre de 1492, días después de que Cristóbal Colón avistase por primera vez tierras cubanas, el almirante escribió en su diario, al recibir los informes de Rodrigo de Xerez y Luis de Toledo, a quienes había enviado a explorar lo que creía Cipango (Japón): "Hallaron los dos cristianos por el camino mucha gente que atravesaba sus pueblos, mujeres y hombres, con un tizón en la mano, y yerbas para tomar sus sahumerios que acostumbraban".
Fue la primera noticia que se tuvo en Europa del tabaco. Y por cierto, Rodrigo de Xerez fue también el primero en padecer la intolerancia de los no fumadores, ya que al regresar a su tierra de Ayamonte (Huelva) la Inquisición lo envió a la cárcel al saber de su extrañísimo hábito de echar humo por boca y nariz.
En Cuba los más escépticos aseguran, sin embargo, que no lo tendrá fácil la autoridad para aplicar la dura legislación: en la isla fuma aproximadamente la mitad de los 11 millones de cubanos; el cultivo y la elaboración de habanos es una tradición cultural, de la que viven decenas de miles de personas -Cuba exporta anualmente 150 millones de puros-; y es una realidad que no han cuajado las campañas realizadas en la isla para prevenir el hábito de fumar, y eso pese a que su principal valedor ha sido Fidel Castro, quien en 1986 dejó los habanos para dar ejemplo. "Lo mejor que puedes hacer con una caja de cigarrillos es dársela a tu enemigo", ha dicho el líder comunista en algún discurso.
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