Mínima repercusión de las protestas contra el presidente
Tal y como ellos mismos anticipaban, los organizadores de varias manifestaciones contra la política de Bush apenas pudieron hacer oír sus protestas. Miles de personas participaron en alguno de los múltiples actos organizados a lo largo de la jornada, pero ninguno llegó a estar en ningún momento cerca del lugar en el que se desarrollaba el espectáculo presidencial.
Los controles policiales -al menos cuatro para llegar hasta la zona del Capitolio- impedían entrar en el área acordonada con cualquier objeto que estuviera en una lista de "prohibidos", en la que figuraban desde paraguas hasta mochilas o carteles. Los organizadores lamentaron que las medidas de seguridad estuvieran en parte diseñadas para evitar que Bush pudiera escuchar sus protestas; el alcalde de la ciudad, Anthony Williams, también se quejó públicamente del nivel "excesivo" de seguridad para un acontecimiento sobre el que no pesaban amenazas concretas, según los servicios de inteligencia.
Varios activistas que organizaban las protestas agruparon su esfuerzo bajo el lema Turn your back on Bush (Da la espalda a Bush), que, a falta de pancartas, proponía esa postura como signo de protesta al paso de la caravana presidencial. Uno de los organizadores, Edgar Palacios, lamentó a EL PAÍS que no se les permitiera "expresar nuestro rechazo a su política, especialmente la política exterior. No se puede hablar de libertad en Irak cuando tenemos tropas allí". En la calle, algunas asociaciones que se oponen a la guerra portaban ataúdes para representar a las víctimas militares y civiles. En algunos carteles, a varios kilómetros de la zona en la que se desarrollaban los acontecimientos, se leía: "El peor presidente de la historia" y "Cuatro años más: que Dios nos ayude".
Un pequeño grupo infiltrado en la zona de invitados trató de interrumpir con gritos el discurso de Bush, pero fueron acallados con aplausos y evacuados en cuestión de segundos.
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