Victoria del odio
Apenas veinticuatro horas después de la toma de posesión del nuevo presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmoud Abbas, empiezan a desvanecerse las esperanzas de que el sucesor de Yasir Arafat y el primer ministro israelí, Ariel Sharon, pudieran romper ahora el círculo infernal del odio y la violencia en Palestina. El atentado suicida palestino del jueves, que causó la muerte a seis civiles israelíes, y nuevos ataques con misiles Qassam, lanzados por radicales palestinos desde Gaza, han desatado una dura respuesta del ejército israelí, al que Sharon ha ordenado actuar "sin restricciones", "utilizando todas y cualquiera de las medidas necesarias para frenar el terror".
Los términos utilizados por el primer ministro israelí no auguran nada bueno, y durante todo el fin de semana la cifra de muertos y heridos palestinos ha aumentado sin cesar, confirmando así el trágico éxito de aquellos que quieren acabar a toda costa con la posibilidad que se ha abierto de un diálogo fructífero entre el nuevo jefe de la OLP y la ANP y Ariel Sharon. Los desesperados llamamientos de Abbas y de la OLP a poner fin a todos los ataques contra Israel, porque "dañan los intereses nacionales palestinos", no están surtiendo el efecto deseado y después de iniciada la represalia israelí parecen fatalmente abocados al fracaso.
Tras las elecciones presidenciales palestinas en las que ganó Abbas sólidamente, aunque no con la contundencia que muchos esperaban, Israel y EE UU anunciaron su disposición a un nuevo diálogo con la ANP. Y después de los primeros ataques terroristas contra Israel de la pasada semana, Sharon parecía dispuesto a renunciar esta vez a una rápida respuesta militar en espera de una reacción dura de la ANP contra los grupos que boicotearon la elección de Abbas. Pero una vez más, éstos parecen demostrar que, con su recurso a la violencia, tienen en la práctica un derecho de veto a todo diálogo de paz entre israelíes y palestinos. En esta situación, lo necesario sería una reacción enérgica de la ANP contra sus radicales y la máxima moderación de Sharon en su respuesta. Trágicamente, ni lo uno ni lo otro parece ahora probable.
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