¿Voluntariado en catástrofes humanas?
El nuevo Gobierno está haciendo un gran esfuerzo para mejorar y modernizar la política de Cooperación Internacional española. El último Plan Director y las intervenciones y propuestas del presidente Zapatero en las Naciones Unidas son buenos ejemplos de ello. Sin embargo, no pongamos el carro delante de los bueyes en materias donde aún tenemos mucho que aprender. La última propuesta del ministro Moratinos, crear un servicio de voluntariado europeo para catástrofes humanas, es una aportación ingenua y equivocada desde muchos puntos de vista.
Las catástrofes humanas necesitan de profesionales bien formados y capacitados para poder ayudar y no estorbar. El voluntariado, según la legislación española, es un movimiento altruista y no remunerado. Por lo tanto, durante las catástrofes humanas la presencia de voluntarios no es legal ni recomendable, y se debe contratar al personal con capacidad para gestionar estas difíciles situaciones. Los voluntarios sólo serían deseables en tareas muy concretas, para las cuales suele ser suficiente y deseable contar con personas que habiten en el país del desastre.
En España hay ahora mismo muchas personas con buena formación en cooperación y gestión de catástrofes humanas, deman-dando una agencia específica o simplemente una base de datos para profesionales preparados en situaciones de emergencia, pero por supuesto remunerados y no como meros voluntarios.
Este movimiento ciudadano puede ser fundamental y decisivo como lo fue durante la catástrofe del Prestige, pero no tiene sentido en otro contexto.
Aprendamos lo que ya están haciendo las agencias de cooperación de otros países europeos, como los nórdicos, con mucha más tradición y eficacia en sus políticas de ayuda.
No vayamos a Bruselas a proponer ideas que confunden a los ciudadanos y nos restan credibilidad ante nuestros socios.
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