"La literatura catalana ha despreciado la fábula en beneficio de la crónica"
"He escrito un cuento fantástico con enigmas y princesas", explica Sebastià Alzamora (Llucmajor, Mallorca, 1972) el día después de ganar el Premio Josep Pla de prosa en catalán. El libro se titula La pell i la princesa (La piel y la princesa) y se sitúa en Praga en plena época barroca, al inicio de la Guerra de los Treinta años. Historia -pero historia manipulada con algunos anacronismos, advierte-, amor, fantasía y referencias a la leyenda hebraica del Golem -la creación de vida a partir de la materia inerte- son sus ingredientes. Su protagonista, un soldado de fortuna que termina como sofisticado encuadernador de una Odisea con piel humana tras enamorarse de una princesa y ser educado en la corte de Praga por el rabí Judah Loew.
Tras recoger el premio, Alzamora dijo que no le gustaban las novelas históricas: "Quizá me expresé mal. Quería decir que se trata de un género muy importante que últimamente se maltrata bastante y se ha convertido en una etiqueta comercial. Dicho esto, es cierto que en mi novela hay un contenido histórico importante, aunque alterado con trampas temporales". La ubicación de la obra es más bien un marco estético con el que expresar ciertos paralelismos: "Pienso que el Barroco, con todas sus convulsiones y su atmósfera de mundo que se está acabando, se parece mucho a nuestra época".
También afirmó que La pell i la princesa es una novela romántica: "El Romanticismo conecta directamente con el Barroco. Y ésta es una novela romántica porque plantea la cuestión pendiente de este movimiento, la necesidad de ser capaz de mirar hacia uno mismo y de enfrentarse a lo que hallemos en nuestro interior. Es la revolución del espíritu, una revolución que no es de masas, sino individual y que tiene que hacer que quien la emprenda sea más coherente consigo mismo que con sus circunstancias". Para el autor, la actualidad del Romanticismo es "ser capaces de enfrentarnos a la belleza".
Todas estas cosas, Alzamora -miembro de un grupo de autores autodenominado Los Imparables- las cuenta en la novela con un recurso a la fabulación y a la literatura fantástica, que reivindica: "Tengo la sensación de que lo fantástico ha sufrido un grave desprestigio como género. La literatura catalana ha tendido a lo inmediato, a la crónica, y ha despreciado la fábula. Pienso que lo fantástico permite exposiciones y discursos que no se pueden plantear en la crónica. A mí me gustaría recuperar la idea de la literatura como discurso mítico".
Además de escritor, Alzamora es editor -trabajó en Destino y ahora lo hace en Moll- y alto cargo del Institut d'Estudis Baleàrics (IEB). Hace unas semanas, a raíz de unas declaraciones suyas contra aquellos que niegan la unidad de la lengua catalana, un grupo repartió unos pasquines donde se pedía que se le "escabechara" y que se le destituyera. "Me produjo tristeza y se cursó una denuncia, pero se trata de un grupo residual que no representa nada".
Babelia
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