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Los militares sublevados en Perú deponen las armas

La aventura del militar rebelde que asaltó un puesto policial en una de las regiones más pobres de Perú llegó a su fin. Antauro Humala, líder del movimiento insurgente, está preso y sus 160 seguidores depusieron ayer las armas tras liberar a los 17 rehenes que permanecieron cuatro días en cautiverio. La asonada dejó seis muertos, cuatro de ellos policías, y decenas de heridos. Pero el capítulo aún no está cerrado y las consecuencias políticas y sociales están por escribirse.

El mayor en retiro del Ejército peruano Antauro Humala fue capturado -sin oponer resistencia- junto con su lugarteniente a las 22.30 del lunes (04:30 hora peninsular española) mientras negociaba las condiciones de su rendición con representantes del Gobierno. Luego fueron trasladados a Lima. Mientras, los rehenes, los seguidores del rebelde y las armas incautadas permanecieron en la comisaría de Andahuaylas, localidad andina al sur del país, tomada por asalto el sábado. A las 12.00 de ayer las huestes del ex militar sublevado accedieron a entregar las amas y liberar a los rehenes. No hubo más derramamiento de sangre.

Así terminó el violento asalto al puesto policial andino que reclamaba la renuncia del presidente peruano, Alejandro Toledo, acabar con la injusta política económica y cuestionar el poco transparente retiro de militares, entre ellos, el hermano de Humala, el coronel Ollanta.

Contra Fujimori

El insurgente no es, sin embargo, un desconocido. En octubre de 2000, Antauro, bajo el liderazgo de su hermano Ollanta, hasta hace unos días agregado militar en Seúl, Corea del Sur, se sublevaron junto con medio centenar de hombres en el departamento sureño de Moquegua contra el régimen de Alberto Fujimori y su socio Vladimiro Montesinos.

Entonces, la mayoría de peruanos, incluso los partidos de oposición, los consideraron una suerte de héroes de la democracia. De hecho, durante el Gobierno de Transición presidido por Valentín Paniagua fueron amnistiados. Y el Ejecutivo de Toledo nombró al coronel Ollanta agregado militar en Francia y luego en Corea del Sur.

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Los Humala fundaron el denominado movimiento etnocacerista inspirados en la resistencia civil militar que encabezó el mariscal Andrés Avelino Cáceres en 1881 durante la guerra con Chile. El ideario del movimiento se basa en una mezcla de reivindicación del indígena y un ultranacionalismo militar basado en principios retrógrados, violentos y racistas. En Ollanta, su publicación quincenal, por ejemplo, promueven el fusilamiento de los corruptos y homosexuales, así como la revancha histórica con Chile a través de una guerra.

Desde 2000 no habían realizado ninguna acción de envergadura. Sus actividades se concentraron en hacer conocido al movimiento en el país. Para ello, reservistas venden en la calle su publicación a un sol (0.30 centavos de dólar) a quienes les pagan un promedio de 600 soles (180 dólares), más que un sueldo mínimo en Perú.

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