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Reportaje:

El arte de empaquetar poesía

La editorial El Gato Gris ofrece ediciones limitadas de cuidadas cajas con la obra de reconocidos autores

Elisa Silió

El Gato Gris, ediciones de poesía, sobrevive casi en la clandestinidad. Nada hace suponer que un molino en Velliza, un pueblo de 50 habitantes de Valladolid, albergue una de las editoriales más románticas e idealistas de España. Desde que arrancó su aventura empresarial en 1992, el pintor José Noriega, único trabajador de El Gato Gris, ha seducido a 25 poetas -José Angel Valente, Antonio Colinas, Joan Brossa, Leopoldo María Panero, Ana Rosetti, Luis García Montero, José María Parreño o Andrés Sánchez Robayna- que le han ido cediendo inéditos para que otros -como Enric Miralles, Joan Hernández Pijuan o Albert Ràfols Casamada- les diesen una réplica plástica o arquitectónica.

Las joyas pasan entonces a sus manos y en su pequeño taller serigrafía o graba con una minuciosidad asombrosa el texto y los aguafuertes o aguatintas. Hasta el último detalle está pensado: el material sobre el que se trabaja -papel de trapo, loneta de algodón, seda, acero...- y la calidad de las cajas de madera que protegen lo que Noriega denomina "libros suicidas". El autor y el artista se quedan cada uno con 10 obras, 15 pasan a depósito y el resto se ponen a la venta. El 70% es para los abonados, que pagan 90 euros por cada una, y las demás se venden a 120 euros en www.elgatogris.com o en librerías.

El editor elige un poema, piensa lo que le sugiere y luego propone a un artista que lo plasme. En estos 14 años todos los contactados han sido presa fácil. "Miquel Martí i Pol estaba en una silla de ruedas en una sala en total quietud y se escuchaba el Ter de fondo. Pensé que había que dar a su poema un contraste de expresividad y que lo mejor era que lo hiciese un arquitecto", cuenta Noriega. "Se lo ofrecí a Enric Miralles y poco después de terminar el Parlamento de Edimburgo me lo entregó. Me quedé fascinado. Era un plano de cartón entelado con cortes. En él está toda la arquitectura del mundo. Lo dejas caer y cada vez toma una forma distinta", continúa el relato. Para el último libro editado, En Ávila, unas pocas palabras, de Antonio Colinas, recurrió de nuevo a arquitectos, en este caso seis. Y Rastros de vida e poesía, de Claudio Rodríguez Fer, se lo encargó al surrealista Eugenio Granell. "No era capaz de elegir entre los diez originales que pintó e hice un doble volumen. ¡Con qué generosidad trabajó dos años antes de morir!", recuerda con cariño.

Joan Brossa mandó su poema escrito a lápiz en un sobre de estraza y, al fallecer, el ilustrador, Perejaume, decidió reproducirlo tal cual estaba. Así que Noriega pidió a una empresa que hiciese sobres de esas medidas -imposibles de encontrar- y Perejaume metió una baraja triturada -que le gustaba a Brossa- en cada ejemplar. El libro pertenece a una colección en catalán que ha dejado de editarse por su difícil venta.

"Coral, la viuda de Valente, cogió una plancha y grabó la cicatriz, el corte y los puntos que tenía su amor antes de morir. Afloró todo lo que quería contar. Fue emocionante", continúa. Hay libros de un único autor. En Universo, Eduardo Scala ideó una tira de seis kilómetros con dos palabras -anverso y reverso- que luego cortó; Ni mu, de José Miguel Ullán, incluye tan solo serigrafías teñidas manualmente; y en Suplicio en la cruz de la boca, un irreverente Panero pinta a Jesucristo travestido en Holanda.

"No he subido el precio de las cajas en 14 años, aunque el del papel se ha cuadruplicado. No quiero porque hay mucha gente que me ha seguido en este viaje", dice generoso pese a que en las subastas hay quien gana mucho. Un mapa de Miralles está ya en Nueva York. Su dueño pagó 1.500 euros. Pronto Noriega terminará una obra de los mexicanos Vicente Rojo y Coral Bracho y muchos aguardan ya ansiosos.

José Noriega, desplegando la construcción de Enric Miralles. 

/ FÉLIX O
José Noriega, desplegando la construcción de Enric Miralles. / FÉLIX ORDÓÑEZ
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Sobre la firma

Elisa Silió
Es redactora especializada en educación desde 2013, y en los últimos tiempos se ha centrado en temas universitarios. Antes dedicó su tiempo a la información cultural en Babelia, con foco especial en la literatura infantil.

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