La ambición del poder
EDUARDO HARO TECGLEN
Semíramis existió o no; fue la dueña de un burdel, o la descendiente en línea directa de Caín; hubo incesto o no lo hubo en su vida. Quizá la enviara Satanás. No era hija de nadie: hija del aire. De la nada, de donde la sacaron para la Biblia y para contento de escritores y dramaturgos, como Pedro Calderón. O como Voltaire, con cuya tragedia hizo Rossini una ópera (Semiramide).