Gente en su sitio
Tras su intervención inicial escrita de unos 50 minutos, José Luis Rodríguez Zapatero se sometió al interrogatorio del portavoz del Partido Popular, Eduardo Zaplana, quien le introdujo en los protocolos de los sabios de la colaboración ETA-Al Qaeda. El presidente del Gobierno, antes de contestar a las preguntas, matizó su posición política, y luego, al contestar, usó los informes que traía dentro de las carpetas repletas que había preparado su equipo. La chulería de Zaplana y las largas explicaciones del presidente, lectura cansina de materiales mediante, crearon una dinámica en la cual, al cabo de una hora de preguntas, el portavoz popular ya estaba entregado.
Fue entonces cuando Rodríguez Zapatero apretó el acelerador y analizó la información del Gobierno de José María Aznar desde la mañana del atentado. Cogió a Zaplana y al PP por sorpresa. El Gobierno popular, explicó el presidente, practicó una política de "engaño masivo" de los ciudadanos, en España y en todo el mundo, desde el momento mismo en el que el único indicio sobre la autoría de ETA -la errónea calificación como dinamita marca Titadyne- se reveló, durante la tarde del mismo jueves 11, una información falsa. Rodríguez Zapatero acusó al Gobierno de Aznar de "manipular" a la opinión pública. El presidente del Gobierno repitió varias veces a lo largo del día las mismas palabras: engaño, manipulación. La diputada Uxue Barkos intentó sonsacarle:
"Quiero hacer un canto a los ciudadanos, que preguntaron al poder ante las mentiras"
- El Gobierno del PP, ¿ ha mentido?-preguntó.
- Nuestro castellano dice que engañar es decir con palabras algo que no es verdad - dijo el presidente.
El diccionario de la Real Academia Española define el engaño como "falta de verdad en lo que se dice, hace, cree, piensa o discurre", mientras que la mentira es descrita como "decir o manifestar lo contrario de lo que se sabe, cree o piensa". Lo que Rodríguez Zapatero dijo es que el Partido Popular puso en marcha tras los atentados una política de engaño y manipulación.
El presidente señaló, también, que la "confusión" actual que el PP intenta sembrar sobre la presunta relación ETA-Al Qaeda, contra todas las evidencias de la investigación policial y judicial, es un "intento patético de salvar la cara". En roman paladino: el PP y sus colaboradores intelectuales intentan justificar con su insistencia actual la manipulación y engaño pasados.
Zaplana trocó su rostro sonriente de vendedor de pólizas de compañía aseguradora, y lució derrengado ante el tono sistemático, duro y firme de Rodríguez Zapatero. Sus intentos de enjuiciar al presidente por haber mencionado en una conversación con un periodista el rumor sobre la existencia de terroristas suicidas, la noche del jueves 11, no consiguieron hacer mella en Rodríguez Zapatero, ni tampoco tuvo éxito al presentar las concentraciones del sábado 13 como un sitio organizado por la mano negra del PSOE contra las sedes del PP.
Hay varios pasajes elocuentes en la comparecencia. Por ejemplo, los que dedicó Rodríguez Zapatero al cuento de la primera y segunda línea de investigación tras los atentados del 11-M.
Antes, conviene revisitar tres escenas. La primera es la del entonces ministro del Interior, Ángel Acebes, quien, ante las cámaras de televisión, dijo, el jueves 11 a las 20.30 horas, que al hallarse la furgoneta con siete detonadores y versos coránicos en árabe había "ordenado" a los mandos policiales abrir una segunda línea de investigación.
Esto suponía asumir, aunque Acebes no lo dijo, que antes él mismo había ordenado abrir una primera línea, en relación con la autoría de ETA sobre la base de conjeturas y antecedentes. Ignacio Astarloa, el número dos de Acebes, señaló a la comisión que para él la furgoneta le reafirmó acerca de la autoría de ETA porque bien podía tratarse de un señuelo para despistar.
Pero hete aquí que viene José María Aznar el pasado 29 de noviembre y asegura ante la comisión otra cosa. Dice que, en realidad, quien ordenó abrir la segunda línea de investigación, la del terrorismo islamista, fue servidor, él mismo. Y que lo hizo con la oposición de los mandos policiales, para matizar, algo más tarde, que los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad no invitaron al Gobierno a abrir esa presunta segunda línea.
Y en eso, pues, cae ayer Rodríguez Zapatero y dice: ¡Olvídense! ¡No hubo ninguna línea prioritaria! ¡Nadie puede ordenar la apertura de una línea de investigación! ¡Son las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad las que, según los indicios o pruebas, deciden iniciar una línea de investigación! Rodríguez Zapatero lo explicó así: sólo se puede investigar a partir de pruebas o indicios. En el caso de ETA sólo había antecedentes, que, además, eran incompatibles con el atentado del 11-M.
Rodríguez Zapatero explicó, por activa y por pasiva, que el único indicio a favor de ETA era una información oral en el sentido de que el explosivo usado era marca Titadyne, tradicional del terrorismo etarra y, que a las cinco de la tarde, se reveló falsa. En cambio, la línea de investigación, la única, pudo abrirse cuando apareció la furgoneta con siete detonadores diferentes a los usados por ETA y una casete con versos que, a la sazón, no reproducían voces en euskera sino en árabe.
Una versión parecida ya fue aportada a la comisión. El 8 de julio pasado, el ex subdirector general operativo de la Policía Jesús Díaz Pintado confesó: "Si nosotros estábamos con las antenas desplegadas para ver por dónde salía y le hincábamos el diente para terminar lo más rápidamente posible". El diputado socialista Juan Luis Rascón preguntó: "¿Por tanto, no dando prioridad a la investigación de ETA?" Díaz Pintado: "Si es que no estábamos dando a ninguna. Lo digo honradamente... lo que surja, surge...".
Rodríguez Zapatero no dejó pasar la ocasión, también, para un capítulo de la manipulación y el engaño del 11-M que ha quedado fuera de la comisión parlamentaria: la proyección de la película Asesinato en febrero. Telemadrid, el viernes 12, y en Televisión Española, el sábado 13. Esa guinda de la jornada de reflexión reforzó la información-propaganda de los comisarios políticos de la agencia Efe.
Había evitado Rodríguez Zapatero pronunciar la palabra mentira, a diferencia del portavoz Alfredo Pérez Rubalcaba. Pero cuando se cumplían 14 horas 25 minutos de declaración, la palabra brotó de sus labios. "Quiero hacer un canto a cómo se comportaron los ciudadanos del 11 al 14 de marzo, a los que preguntaron al poder exigiendo ante las mentiras", dijo.
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