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Adaptarse al cambio

Es imprescindible tomar medidas para atenuar el cambio climático, ya inevitable, para ralentizarlo y contener su intensidad, alertan los expertos. Se trata sobre todo de poner freno a las emisiones de gases de efecto invernadero que lo provocan, pero sus efectos se están empezando a notar, por ejemplo, en la disminución de los glaciares y la retirada de los hielos polares, y van a ser más y más evidentes de ahora en adelante.

Por ello, además de contener las emisiones hay que ir tomando medidas para adecuarse al cambio y minimizar en lo posible sus efectos más graves sobre las actividades humanas y los ecosistemas. Es lo que se denomina la adaptación, uno de los grandes retos de la cumbre de Buenos Aires.

El aumento de las temperaturas y la sequía en muchas regiones del planeta, incluida la península Ibérica, aconseja acometer una gestión apropiada de los bosques para evitar el aumento previsible de los incendios. Los cambios hacia especies que resisten la escasez de agua pueden ser aconsejables tanto en bosques como en agricultura; la adaptación vegetal, teniendo en cuenta las variaciones en los periodos de floración y cosecha, la gestión adecuada de los recursos hídricos, la mejora de las técnicas de irrigación y protección frente a la evaporación, o incluso el saneamiento de los conductos de suministro de agua y desagüe puede ser esencial no sólo para mantener actividades productivas, sino también para reducir daños ante fenómenos meteorológicos extremos. Éstos son algunos ejemplos de actuaciones sectoriales propuestos por el Instituto Alemán de Cooperación GTZ en una sesión de debate sobre adaptación.

Impacto variable

Los impactos previsibles del cambio climático son muy variados y no uniformes en el globo. La densidad de población, su actividad económica y su dependencia de los recursos agrícolas locales pueden agravar la vulnerabilidad de la zona. La fragilidad de ciertos ecosistemas, la velocidad de adaptación, los efectos del calentamiento global sobre la salud humana o la oportunidad de adecuar infraestructuras a las alteraciones previsibles son algunos de los muchos elementos de este complejo reto de la adaptación.

Los científicos han advertido que serán los países en vías de desarrollo los que sufrirán más daños por el cambio climático, pero no sólo ellos. Por ejemplo, Holanda afronta la subida del nivel del mar que amenaza su territorio, pero puede permitirse costosas medidas de adaptación, como la intervención en infraestructuras.

La cuestión es que hay que liberar fondos de ayuda a la adaptación, pero considerando seriamente qué cabe incluir en este capítulo y con qué prioridades, qué medidas de seguimiento se hacen y que cantidades de desembolsan.

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