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Reportaje:

La mala salud de L'Albufera

El estudio de la Confederación del Júcar sobre el lago señala el camino para frenar su degradación

Sara Velert

L'Albufera está muy enferma, concluyen los expertos que han participado en la elaboración del estudio impulsado por la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) con el fin de crear modelos de diagnóstico y gestión para recuperar el mayor humedal valenciano. "Fuertemente degradada", L'Albufera "está lejos de su buen estado ecológico", asume el Ministerio de Medio Ambiente, que ha lanzado un "plan de acción" para reducir la contaminación que llega al lago, aportar agua de calidad y controlar el aterramiento.

La CHJ adjudicó el estudio a la consultora Typsa en 2002 por 2,5 millones de euros y el nuevo presidente del organismo, Juan José Moragues, lo convirtió en junio en "prioridad" con varias sesiones de la comisión de seguimiento, en la que han participado, además del organismo, la Generalitat -gestora del parque natural-, el Ayuntamiento de Valencia -dueño del lago-, regantes, ecologistas y un amplio panel de especialistas. La documentación generada "llena un armario entero", afirman en la CHJ, ha permitido revisar datos y enfoques, y crear "una herramienta dinámica de gestión" (modelos matemáticos de simulación) para un seguimiento continuado del estado ecológico de L'Albufera. Una especie de guía o conjunto de análisis para vigilar la evolución del paciente y el efecto de la medicación, o las recaídas.

La contaminación ha hecho desaparecer la vegetación sumergida y daña a las especies
El humedal necesita volúmenes de agua de calidad suficientes para su equilibrio

Las conclusiones de las jornadas de debate de los expertos -redactadas a partir de sus aportaciones por la dirección del estudio- permiten viajar a los orígenes de L'Albufera, conocer su estado actual y las propuestas para recuperarla. La principal, restaurar el equilibrio hídrico del lago, asegurar volúmenes suficientes de agua de calidad en el corazón del parque natural.

El estudio alcanza el presente desde la historia del lago. L'Albufera evolucionó como laguna litoral salina hacia un sistema de aguas dulces que se consolidó con la construcción de la Acequia Real del Júcar. Una arteria fundamental para la supervivencia del lago, al que abraza y alimenta a través de sobrantes, escorrentías y filtraciones a los acuíferos. El caudal fluyente del Júcar que llegaba a la toma de la acequia en Antella llegó a los 1.000 hectómetros cúbicos al año, impulsó el regadío y el arrozal, y derivó hacia L'Albufera "un enorme volumen de sobrantes" hasta crear "un sistema natural de extraordinaria calidad, con aguas transparentes y una elevada biodiversidad" que integró la pesca tradicional y la actividad agrícola. A finales de los setenta el Júcar aún alcanzó un pico de 800 hectómetros cúbicos de agua derivados por la Acequia Real, pero esa cifra es historia. En la temporada de 2001/2002 las estadísticas oficiales utilizadas en otros informes marcan el tope en 200 hectómetros cúbicos. De ellos, bastante menos de la mitad llega a L'Albufera. Y es que del Júcar beben muchas tierras y poblaciones antes de llegar al parque, como demuestra el difícil encaje de todos los usos y pretensiones en el plan hidrológico del río.

Al menor aporte hídrico se sumó ya antes de este quiebro el efecto de los vertidos de aguas residuales y herbicidas, que hicieron desaparecer "bruscamente las praderías sumergidas de la laguna" y su fauna. Así, a partir de los setenta "L'Albufera se empobrece a ojos vista", con una degradación marcada por las "gravísimas deficiencias estructurales" de las redes de saneamiento y depuración -especialmente entre Silla y Valencia- y la significativa reducción de agua. La inversión pública en el tratamiento de aguas residuales urbanas e industriales ha sido importante en las últimas dos décadas, pero insuficiente para salvaguardar el lago de una grave contaminación. Al Colector Oeste le falta capacidad, por lo que descarga vertidos dañinos en L'Albufera, y sistemas de depuración tan relevantes para su salud como Albufera Sur, Alzira-Carcaixent o Paterna-Fuente del Jarro, "son todavía inoperantes".

Las entradas excesivas de materia orgánica alóctona y nutrientes inorgánicos, sobre todo compuestos de nitrógeno y fósforo, han degradado la calidad biológica del lago hasta el punto de hacer desaparecer la vegetación sumergida y algunas especies, además de reducir "drásticamente" la presencia de otras, un mal síntoma que puntualmente se refleja en la mortandad masiva de peces. Y una eliminación de la porquería que se zambulle en el lago aún dejaría por resolver la contaminación sedimentada en su fondo, un problema complejo.

El proceso de aterramiento de la laguna o la presión urbanística son otros aspectos mencionados en los informes antes de definir una estrategia que cure al lago. De las sesiones de debate de los expertos se desprende que es "esencial recalcular los volúmenes mínimos necesarios para el sistema atendiendo tanto a su calidad como a su cantidad y estacionalidad, y actuar de forma urgente". Para ello, "el cordón umbilical" de L'Albufera con el Júcar a través de la Acequia Real "debe mantenerse y potenciarse", y será necesario recuperar como caudales ecológicos los ahorros de la modernización de regadíos. Otras posibilidades son nuevos aportes desde Tous, el rescate de concesiones de agua del Turia y el desvío de sobrantes de diversas acequias.

El estudio no define qué caudal necesita L'Albufera. Éste no era el objetivo del estudio, dice la CHJ, sino crear modelos de cálculo y análisis para determinar esas necesidades y ajustarlas en función del resto de factores, como la contaminación, porque la calidad es también una prioridad y ésta no depende sólo de la cantidad. L'Albufera, sin embargo, no escapa a las tensiones en torno al reparto del agua del Júcar, sometido a examen en relación con la viabilidad del trasvase al Vinalopó, condicionado por la Comisión Europea a la existencia de un caudal ecológico.

El "estado sostenible" de L'Albufera también pasa por importantes inversiones en depuración y saneamiento; un mejor conocimiento de los procesos químicos y biológicos asociados a la contaminación, de los acuíferos relacionados con el lago y la evolución de la salinidad, entre otros puntos. Y es "preciso" crear una red de estaciones de control de la contaminación y de evaluación de las entradas y salidas reales de agua del lago. Todo un tratamiento que no hará posible L'Albufera de los años sesenta, pero sí devolverle vida.

Planes y competencias

El plan del Ministerio de Medio Ambiente, con una inversión de 203 millones de euros en cuatro años, recoge varias propuestas del estudio. Incluye mejoras en las depuradoras del entorno de L'Albufera -para verter sus aguas al lago es necesario un tratamiento especial-, en el Colector Oeste y redes de saneamiento, e invierte en "actuaciones para la aportación de recursos fluviales del Júcar desde Tous/Antella". Para controlar el aterramiento, propone la repoblación de montes públicos de la cuenca del Poyo. Además, planea aumentar "la capacidad de retención de material sólido" que llega al lago con la "integración medioambiental" de ese barranco y obras "de prevención de avenidas y aportes pluviales contaminados del Pla de Quart". El plan creará una red de control medioambiental.

La recuperación de L'Albufera exigirá la coordinación de todas las instituciones. El consejero de Territorio y Vivienda, Rafael Blasco, acusa a la ministra Cristina Narbona de invadir sus competencias sobre el parque, que tras años de retraso, tiene ahora un Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG) que regula la actividad agrícola, pesquera, ganadera y urbanística, y prevé actuaciones de saneamiento, entre otras medidas en las que se invertirán 274,8 millones de euros en ocho años. Según Blasco, buena parte del plan de Narbona están en el PRUG y "el único problema" que tiene L'Albufera "es la falta de agua", que achaca al ministerio, hasta hace siete meses en manos del PP.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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