Marruecos prevé una oleada de emigración a Europa por la plaga de langosta en África
Los enjambres de insectos han arruinado a miles de campesinos de varios países del Sahel
Halidu ha podido llamar a su pueblo de Gundam, en el norte de Malí, y su familia le ha contado que la langosta ha destrozado los cultivos, que están arruinados y que no le podrán enviar dinero. Algunos agricultores de Gundam están pensando incluso en emigrar. La plaga de langosta que ha devastado parcialmente la agricultura de los países del Sahel (Mauritania, Malí, Chad y Níger) y ha dañado la de otros Estados africanos hace que el Gobierno marroquí pronostique una nueva oleada de inmigración ilegal en España y en el resto de Europa.
Halidu acaba de ser detenido por la Gendarmería marroquí, en una mañana de finales de noviembre, en el monte Gurugú, frente a Melilla, donde desde hace meses esperaba poder entrar ilegalmente. Será expulsado de Marruecos pero volverá a intentar dar el salto a Europa aunque deja caer que, acaso, probará otra vía, la de Túnez e Italia. "En mi pueblo ahora ya no hay nada que hacer", explica. "Me cuentan que hay muchos hombres a punto de largarse".
Los enjambres de langosta no han llegado hasta Nador, la ciudad pegada a Melilla, pero sí a otras regiones de Marruecos más meridionales y al Sáhara Occidental. En El Aaiún, la antigua capital del Sáhara español, los insectos rojos devoraban, hace una semana, la escasa vegetación -un enjambre medio de langosta come al día tanto como 10 elefantes o 2.500 personas- provocaron cortes de luz y obligaron a interrumpir, durante unos días, los vuelos de los aviones a reacción.
Otros aparatos, con hélices, fumigan con pesticidas para tratar de erradicar las langostas. A los aviones de la Gendarmería se añaden otros, privados, fletados por el Ministerio de Agricultura marroquí. En total Rabat dedicará, entre este año y el próximo, 39 millones de euros para combatir la plaga, una cantidad considerable, pero los países del Sahel no disponen ni siquiera de los medios de Marruecos para hacerle frente.
Las autoridades de Rabat dejan entrever un cierto malestar por la tardía y cicatera reacción de Europa y de EE UU a la hora de socorrer al Sahel, donde tiene su origen el fenómeno. Los europeos "no han querido brindarles la ayuda necesaria a tiempo por lo que tendrán que pagar, más tarde, la factura a través del desembarco de nuevos inmigrantes y también nosotros abonaremos parte de la cuenta porque somos país de tránsito", afirma, quejoso, un alto funcionario marroquí.
Mayor amenaza en febrero
Jos Van Aggelen, el embajador de los Países Bajos en Senegal, le había dado la razón de antemano. "Puesto que no hemos sabido reaccionar a tiempo, el peligro que suponen las langostas se mantendrá el año próximo", reconoció en una rueda de prensa en la que habló en nombre de la Unión Europea. Reunidos en Dakar a finales de octubre los expertos de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), advirtieron que la agricultura de la región corre el riesgo de "estar mucho más amenazada a partir de febrero de 2005 que en 2004".
"Si, de aquí a finales de diciembre, perdemos la batalla, decenas de millones de personas no tendrán con qué alimentarse en África Occidental", avisó, en noviembre, Jan Egeland, secretario general adjunto de Naciones Unidas. Los Estados miembros de la FAO, un organismo de la ONU, han aportado hasta ahora 52 millones de euros para la lucha contra la mayor plaga de langosta desde finales de los ochenta a lo que se añaden algunas ayudas directas a los países afectados. A través de los dos cauces, España ha comprometido 3,3 millones de euros.
Los primeros síntomas de la catástrofe humana que está provocando la langosta se advierten en el número de detenciones de malienses candidatos a la inmigración clandestina. Malí es, junto con Mauritania, el país más golpeado por la plaga con un millón de hectáreas cultivables arrasadas. En los 10 primeros meses de este año los malienses son el grupo más numerosos (1.560) de los apresados por la Gendarmería marroquí en la zona de El Aaiún y Cabo Bujador, de donde parten las pateras hacia Canarias. En las costas españolas 2.188 malienses fueron detenidos por la Guardia Civil durante el mismo periodo. Sólo los marroquíes les superaron en número.
Además de la langosta otros dos fenómenos hacen prever que los subsaharianos seguirán empeñados en emigrar. Después de Sierra Leona y Liberia, una nueva guerra cobra mayor virulencia en África Occidental, la de Costa de Marfil, un país de casi 17 millones de habitantes.
Por último, el crecimiento demográfico se mantiene a un ritmo acelerado. "La población de África subsahariana ronda ahora los 800 millones de habitantes, pero dentro de 20 años oscilará entre los 1.300 y los 1.500 millones", señala Medí Lahlou, investigador del Instituto Nacional de Estadística de Marruecos. "Y buena parte de ellos habrán tomado conciencia de la globalización, de que en otros lugares hay oportunidades de prosperar".
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