Falangistas en Rusia
Hay que saludar con entusiasmo la aparición de este libro, obra de un autor español y buen testimonio de la mejor historiografía que se hace en nuestro país sobre el pasado más reciente. Existe una tendencia, muy injustificable, a considerar que es necesario un apellido extranjero como garantía de imparcialidad. No es así sino que con frecuencia supone alejamiento de las fuentes más importantes o lagunas bibliográficas inesperadas.
El libro de Moreno Juliá es óptimo en lo que respecta a información procedente de una pluralidad de archivos. Aborda una cuestión de primera importancia, no uno de esos estudios regionales poco conclusivos. No se refiere a la represión que a menudo se ha convertido en recurso repetitivo de los nuevos historiadores sin que dispongamos todavía de un marco global y comprensivo de esta realidad. Trasciende el objeto preciso de su estudio hacia planteamientos más globales. Resulta, en fin, una investigación con pretensiones definitivas aunque con el transcurso del tiempo pueda ser rectificada en aspectos parciales.
LA DIVISIÓN AZUL. SANGRE ESPAÑOLA EN RUSIA, 1941-1945
Xavier Moreno Juliá
Crítica. Barcelona, 2004
568 páginas. 24,90 euros
Acerca de la División Azul disponíamos de un centenar de títulos, pero en su mayor parte novelados o autobiográficos. La mayor parte de los historiadores que han tratado de la cuestión han sido hasta el momento extranjeros. Moreno Juliá amplía de forma considerable la información existente y lo hace poniendo en muy directa relación la evolución de la política interna y la actuación de esta unidad militar. Son muy meritorias sus interpretaciones acerca de la evolución política entre 1941 y 1943. En ellas vemos pulular las diversas opciones políticas del régimen, en especial del falangismo. Resalta también la figura de un Franco que en esos años está llevando a cabo un aprendizaje político que luego hubo de exhibir en el futuro.
La División Azul fue el resul
tado de una iniciativa falangista cuando se aproximaba el ataque alemán a la URSS. Pasaron por ella unas 40.000 personas aunque sólo hubo 18.000 a la vez. Murieron en torno a 5.000 y la mitad causaron baja. Unos 375 fueron prisioneros de los soviéticos y la mayor parte volvieron. Les guió un entusiasta propósito falangista aunque con el paso del tiempo el número de los presionados para ir a Rusia fue creciendo. Padecieron lo indecible: fueron con alpargatas hasta el frente en una marcha que duró más de cincuenta días. Allí les esperaba un modo de combate a menudo bárbaro y cruel.
Quienes la integraron eran individuos de la clase media y alta en un principio. Muchos oficiales voluntarios prosperaron (272 llegaron a generales); incluso los soldados se vieron beneficiados por la duplicidad de sueldos, uno español y otro alemán. Cuando declinó la estrella del Ejército alemán la División fue retirada y sustituida por una unidad menor. Hubo españoles al lado de Hitler hasta el final.
La División Azul al mismo tiempo estabilizó y limitó la participación de la España de Franco en la guerra mundial al lado del Eje. A su alrededor se movieron, inquietos, los falangistas entusiastas de la participación en el conflicto al lado de los nazis. Serrano Súñer, Asensio, Arrese y Muñoz Grandes empujaron en esta dirección con mayor o menor acierto táctico y siempre con la pretensión de quedar lo mejor posible con el Führer. Pero como casi siempre el verdadero triunfador fue Franco. Un tanto despegado de esos voluntarios anticomunistas y sobre todo dispuesto a que los fervores falangistas no le sobrepasaran, midió hasta el milímetro su compromiso. Fue el verdadero triunfador en la serie de enfrentamientos que conmovieron de forma subterránea a su régimen durante estos años. Como casi siempre, cabe añadir, y como consecuencia mucho más de la debilidad de sus rivales que de sus virtudes propias, que también las tenía.
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