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Reportaje:

Desde Darfur a Granada

Médicos sin Fronteras instala en Puerta Real un ambulatorio de campaña para atender a niños desnutridos

En Puerta Real, en pleno centro de Granada, hay uno igual aunque no es tan necesario. Varias mujeres hacen cola con sus hijos ante uno de los ambulatorios de campaña que Médicos Sin Fronteras (MSF) ha instalado en los alrededores del hospital de Golo -una de las últimas poblaciones de la región de Darfur recuperadas por las tropas de Sudán- para tratar niños desnutridos. Se trata de una mera muestra del millón y medio largo de desplazados por el conflicto que protagonizan el Gobierno de ese país y los rebeldes del Ejército de Liberación Nacional que, desde hace un año, los ha sumido en la hambruna convirtiéndolos en víctimas de los janjaweed, mercenarios de tribus locales que arrasan pueblos enteros y violan a sus mujeres con total impunidad.

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Algunas de las madres de esta famélica fila han recorrido a pie cientos de kilómetros hasta las puertas de esta tienda de campaña de unos 20 metros cuadrados y tres compartimentos separados por cortinas. Buscan comida para sus hijos, pero antes de concedérsela los médicos y enfermeros de la ONG miden el perímetro del brazo de cada pequeño para conocer su grado de malnutrición. Los colores de un pequeño metro llamado MUAC indican al instante si su falta de ingesta es grave (rojo) -caso en el que habrá que ingresarlos en un hospital-, o moderada (naranja), con lo que podrán continuar con el tratamiento en el centro. Tras pesarlos en una romana y medirlos sobre una tabla, el médico les hace un chequeo completo y les dispensa la vacuna contra el sarampión, una enfermedad inicua en Occidente que en estos campos de refugiados se convierte en plaga infantil.

Sólo pasando estos trámites los niños podrán pasar a probar el primer bocado en el tercer módulo de este consultorio móvil. Un rudimentario aparato de camping gas sirve para guisar lo que el personal del centro llama "terapia caliente". Son platos recién cocinados que los chiquillos deben ingerir allí mismo para evitar que sus padres puedan repartirlos fuera entre la familia o sencillamente, venderlos para sacar dinero. "Así nos aseguramos de que comen", dicen los voluntarios de la organización humanitaria. Unas latas de crema de cacahuetes y varios paquetes de galletas dulces a base de trigo cocido y grasa vegetal con proteínas, vitaminas y minerales, complementarán los nutrientes de las escasas comidas que los niños recibirán hasta el día siguiente, cuando sus madres volverán a traerlos.

Este centro nutricional suplementario de Golo, no es el único de toda África. Otras mujeres con otros niños hacen las mismas colas miles de kilómetros al sur de Sudán, donde, desde hace años, MSF lucha para mitigar los efectos del hambre, resultado de las suma de pobreza más violencia. Angola y la República Democrática del Congo cuentan con varias. Los voluntarios de la ONG colocaron ayer otra en el centro de Granada, donde permanecerá hasta el domingo. Su objetivo es acabar con una epidemia que consideran aún más grav: la indiferencia.

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