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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Voluntad cosmopolita

La Feria del Libro de Guadalajara, primera por volumen de negocios editoriales en lengua castellana y tercera del sector tras las de Francfort y Londres, ha dado un espaldarazo importante a la cultura catalana al convertirla en la estrella invitada de su 18ª edición, que concluye hoy. Desde España se ha correspondido a este gesto con la máxima representación institucional, que ha llevado a la ciudad mexicana, entre otros, al presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, y a la ministra de Cultura, Carmen Calvo.

Exposiciones de artistas como Tàpies y Barceló, muestras gastronómicas, conferencias y debates de escritores y editores y un pabellón catalán bien montado, que ha vendido una media diaria de 700 ejemplares -en catalán y castellano-, completan el cuadro de una presencia cultural que ha brillado con luz propia y ha sido muy bien aceptada por los visitantes. El primer mensaje que se ha lanzado con todo ello es que la catalana es una cultura que se expresa en dos lenguas, el catalán y el castellano, que conviven razonablemente bien y se apoyan a la hora de proyectarse internacionalmente. La concesión del Premio Juan Rulfo al barcelonés Juan Goytisolo es un reconocimiento explícito de esta voluntad cosmopolita.

Esta doble presencia en Guadajara ha subrayado el valor, apenas conocido y poco reconocido en España, del exilio republicano que fecundó México a partir de 1939, gracias a la acogida de su presidente Lázaro Cárdenas. Mientras la lengua catalana era perseguida en su territorio, intelectuales y escritores la hacían vivir en México, donde publicaron un buen número de libros y de revistas, y donde han dejado una profunda huella que ahora se ha visto reivindicada.

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El mensaje de normalidad y convivencia cultural lanzado en México debe buscar formato propio para que se exprese también dentro de España. Que aún sea más fácil estudiar catalán en las universidades de otros países europeos que en las españolas o que, salvo excepciones, las traducciones al castellano tengan tantas dificultades para arrancar entre los lectores se corresponde muy débilmente con el espíritu de colaboración vivido en Guadalajara.

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