La plaga que llegó con el viento
Millones de langostas recorren Fuerteventura ante la mirada atónita de turistas y vecinos
Cae una lluvia fina sobre las dunas de Corralejo, el Parque Natural del norte de la isla de Fuerteventura, que durante dos días ha sido invadido por más de 200 millones de langostas de la especie (Schistocerca gregaria). En el pasillo de arena a cuyos lados se alzan dos hoteles, los cigarrones (como se conocen a estos insectos en la isla) ya ni se inmutan. Cae la noche, hay 19 grados de temperatura y llueve. Protegidas por arbustos de aulaga no responden ni al movimiento de los palos. "Simplemente están así, como muertas, hasta las once o doce del día siguiente para empezar a aletear y dejarse llevar por el viento y entonces es cuando se forman las grandes nubes que hemos visto estos días", comenta Antonio Ortega, director general de Desarrollo Agrario del Gobierno de Canarias. Su departamento ha decidido enviar 10.000 litros del plaguicida clorospirifo al 48% a Mauritania para combatir esta plaga, la más devastadora de los últimos 15 años, en su origen. El presidente del Gobierno de Canarias Adán Martín, esperaba que este gesto sirviera de ejemplo a todos los países europeos. La FAO solicitó hace meses 85 millones de dólares para luchar contra la langosta del desierto en unos 30 países africanos "y sólo han recibido menos del 15% de esa cantidad", asegura Ortega, "y así es imposible evitar más hambre, inmigraciones y que también nos afecte a nosotros".
Han venido en grandes bolas sobre el mar y muchos han muerto por el camino
Era una nube de más de un kilómetro de ancho por siete de largo al pasar por Tindaya
La plaga que invadió el lunes las dunas de Corralejo se separó ayer en tres frentes. El primero fue hacia la localidad de Aguas Verdes (en el municipio de Betancuria) y los otros dos hacia El Cotillo y Villaverde (ambos en el municipio de La Oliva).
"Era una nube de más de un kilómetro de ancho por siete de largo al pasar por la montaña de Tindaya", relata el consejero de Agricultura Pedro Rodríguez Zaragoza. Cuando se posaban, formaban un gran manto rojo, como una alfombra persa. A la caída de la tarde cuando abandonaban el lugar los agricultores de Villaverde cortaron unas cuantas hojas mordidas y se fueron a descansar al comprobar que sus cultivos estaban a salvo.
El Cabildo de Fuerteventura ha fijado los daños agrícolas en menos de un 1% e instó a la población a no utilizar plaguicidas. Los ayuntamientos costeros movilizaron toda la maquinaria disponible para recoger centenares de miles de insectos y dejar las playas limpias para que el suceso sólo fuera recordado como una anécdota por los turistas que visitan la isla. El presidente del Cabildo, Mario Cabrera, comunicó urgentemente a todas las oficinas de Turespaña en Europa y a todos los turoperadores que la plaga había tenido una nula incidencia en la vida diaria y los servicios turísticos de la isla.
"El domingo y el lunes fue insoportable", comenta Luis Saavedra, taxista de Corralejo de 58 años, que en su infancia vivió la devastadora plaga que en 1954 acabó con el 60% de los cultivos de toda Canarias. "Ahora, sólo he tenido que limpiar el coche varias veces, todo el mundo está asombrado".
El Gobierno de Canarias estima que este fenómeno podría repetirse en varias ocasiones más al menos hasta marzo o abril, cuando cambien los vientos de sur, sureste y este a oeste. Los animales que han llegado estos días son rojos con motas negras, miden unos siete centímetros y sus alas son muy duras. Muchos de ellos han llegado mutilados. "Han venido en grandes bolas sobre el mar y muchos han muerto por el camino", informó Manuel Ferrer, técnico agrícola. "Los clientes se lo han tomado con mucha tranquilidad", según Carmelo Said, director del hotel Tres Islas. "Todo el día nos lo hemos pasado limpiando las heces de estos bichos y aplicamos un plan urgente para que los turistas, sobre todo británicos y alemanes, siguieran disfrutando de la piscina y los jardines. Para ellos ha sido un día festivo, un atractivo más".
El Gobierno de Canarias decidió no aplicar ningún tipo de plaguicida en Fuerteventura, aludiendo a la escasa voracidad de los insectos y a la necesidad de proteger el medio natural. "No nos puede temblar el pulso a la hora de aplicar estos productos, pero su uso debe ser muy responsable y después de haber evaluado la incidencia sobre cultivos y la cercanía de núcleos habitados", sentenció Antonio Ortega.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.