Rafsanyaní, última esperanza de los reformistas en Irán
Algunos iraníes ven al ex presidente como el único hombre capaz de frenar el avance ultraconservador
Mohamed Jatamí concluye el próximo agosto su segundo mandato como presidente de Irán y, según la ley, no puede aspirar a un tercero consecutivo. Tras el fracaso del experimento reformista que él representaba, el país corre el riesgo de dar un giro hacia posiciones ideológicas radicales. Ante el ascenso de la corriente ultraconservadora que ya controla el Parlamento, los sectores más pragmáticos apuestan por la candidatura del ex presidente Alí Akbar Hachemí Rafsanyaní para unir a reformistas y conservadores moderados ante las elecciones del próximo 13 de mayo.
Tanto la calle como los analistas políticos coinciden en que los reformistas no tienen ninguna oportunidad. La descalificación de sus principales figuras (incluido el hermano del presidente, Reza Jatamí) para las legislativas del pasado febrero y el consiguiente triunfo por goleada de los conservadores les ha dejado sin margen de maniobra. "Ha sido el fin de esta generación de reformistas; si acaso tendrá que venir otra nueva", interpreta un embajador europeo.
Tal como revela la composición del séptimo Parlamento, los conservadores avanzan como una apisonadora. Junto a la vieja guardia, se ha incorporado a la vida política un grupo más joven y radical que la prensa iraní califica de "ultraconservadores", y algún comentarista ha llamado "neoconservadores" en busca de un paralelismo con los homónimos estadounidenses. Sea cual sea la etiqueta que, a falta de partidos equivalentes a los occidentales, se atribuye a esa familia política, de lo que no cabe duda es de que intenta controlar la agenda legislativa y está tratando de revertir algunas de las libertades económica y sociales aprobadas por sus predecesores.
"Están ideológicamente estancados en 1979, creen en los eslóganes originales de la revolución y consideran que las decisiones económicas y políticas de los últimos 25 años han constituido un desvío de los objetivos del fundador de la República Islámica", escribe Mehrdad Serjooie en Iran News. Frente a ellos, los conservadores que podríamos llamar tradicionales (muchos de ellos, miembros del clero) han pasado el último cuarto de siglo en puestos de gobierno y se han hecho más pragmáticos, dejando la ideología en segundo plano.
Entre los primeros, han expresado ambiciones presidenciales el alcalde de Teherán, Mahmud Ahmadineyab, y el diputado Ahmed Tavakolí. De la vieja guardia, el ex ministro de Exteriores Alí Akbar Velayatí y el ex responsable de la radiotelevisión iraní Alí Lariyaní. Todos ellos están librando una especie de primarias informales en los medios de comunicación. Antes de proclamarse formalmente candidatos, y de recibir el visto bueno del no elegido Consejo de Guardianes, tratan de hacerse con el respaldo mayoritario. Aunque nada impide que haya varios candidatos conservadores, todos saben que eso les restaría posibilidades.
Rafsanyaní, un político astuto e independiente, sería un rival serio a pesar de sus 70 años. "Las aspiraciones de la gente no han cambiado", confía en privado un miembro del Gobierno muy próximo a Jatamí y que ahora ve en Rafsanyaní la única forma de frenar el avance ultraconservador. "Fue él quien inició la apertura que permitió la elección de Jatamí", recuerda. También un importante sector de los conservadores ha sugerido que podría apoyarle si no logra el respaldo unánime para Velayatí, su candidato. Tal alianza de intereses amenazaría las expectativas de los ultras.
El temor de éstos se ha traducido en una campaña mediática de descalificación personal a Rafsanyaní y denuncia de las irregularidades financieras de su familia. Pero, más allá de que tales ataques puedan hacerle mella, está la amarga experiencia de las legislativas del año 2000, cuando no logró salir elegido diputado. De momento, el hombre que dominó la escena política iraní en los ochenta y los noventa, primero como presidente del Parlamento y luego como jefe del Ejecutivo, mantiene el suspense. Un hermano suyo ha dicho que las posibilidades de que se presente como candidato están al 50%.
"Está tanteando las altas instancias, pero no tiene muchas posibilidades porque Jamenei [el líder espiritual] quiere un presidente débil y Rafsanyaní no lo sería", asegura un diplomático occidental convencido de que el giro conservador dificulta el diálogo con el régimen iraní. Los conservadores controlan ya el poder judicial, el Parlamento y las instituciones religiosas (que no están sujetas a elección). Si se hacen también con el Ejecutivo, tendrán el control absoluto del Estado. "Se sentirán legitimados para impulsar su agenda radical", concluye la fuente.
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