La moscatel
Uva de mesa de vinificación de pasas, no hay otra variedad tan versátil como la moscatel, por no hablar de su vinificación, que también se presta a todo tipo de elaboración: seco, semiseco, dulce y hasta espumoso.
Es uva viajera e invitada de lujo en todas las civilizaciones que se han dado en torno al Mediterráneo. En Francia recibe el nombre de moscatel de Alejandría, en Portugal muscat de Setúbal, en España sus sinónimos dependen de la región de cultivo: moscatel de Málaga, de Chipiona, moscatel romano.
En la elaboración de vinos dulces es donde gana más adeptos. La de grano menudo es la cepa más destacable de la familia de las moscateles, de las que se pueden llegar a encontrar más de 200.
De color amarillo intenso y manchas color pardo, suele pasificar en la maduración. Esta cepa gusta de suelos pobres, donde logra una alta concentración en azúcares a pesar de sus rendimientos moderados. Sin duda, se puede entender que la moscatel cultivada en el interior y en ámbitos algo más áridos y secos sea la de grano pequeño, lo que determina un menor volumen de mosto. Esta circunstancia multiplica el carácter del hollejo debido a la mayor proporción de éste sobre el zumo y dando, por lo tanto, mayor complejidad al vino. Ésta es, esencialmente, la diferencia frente a la moscatel marítimo, llamada de Alejandría o moscatel romano, que posee una uva más gorda y, por tanto, resulta más adecuada como uva de mesa.
Conocida por los romanos como la apianae, y como anathélicou moschatou por los griegos, quienes junto a los anteriores y los fenicios la cultivaron a lo largo de todo el Mediterráneo, aparecerá más tarde en Alemania en el siglo XII y en Alsacia a mediados del XVI. Pero fue Frontiñán la ciudad que le daría fama en Francia, elaborando el conocido vino dulce a partir de uvas pasificadas de vendimias tardías, con el característico aroma que le confería la sobremaduración.
A mediados de ese siglo, Juan Marcilla Arrazo ya hablaba de las mistelas manchegas y destacaba la calidad de los vinos dulces, licorosos, de moscatel y malvasía, elaborados en Corella y Rioja. En esta última región se conocía este vino dulce como "supurado"", y a la cepa, como moscatel común o moscatel de la tierra. Actualmente, su principal feudo se encuentra en Navarra, donde se elaboran ejemplos destacados de vinos de moscatel, muy aromáticos y elegantes, con notas a miel, que resultan dulces y sabrosos en boca.
La clave de la inconfundible fragancia de la moscatel está en detener la fermentación para evitar que todos los azúcares de la uva se conviertan en alcohol, de modo que se conserve el aroma y el dulzor. Los sabores y color dependerán de la crianza y cómo no, del jarabe "marca de cada casa" que intervengan en su crianza al abrigo del aire.
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