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Un experto revela que agua del grifo del Ebro tuvo altas dosis de mercurio varios días

El metal pesado se detectó durante las Navidades de hace tres años

El agua del grifo de la zona baja del Ebro estuvo varios días contaminada por elevadas dosis de mercurio, cuyo rastro pudo detectarse en análisis de plasma y sangre de la población en un episodio sucedido hace tres años. Así lo afirmó ayer, en el programa El Escarabajo Verde, de La 2 de TVE, Josep Lluís Domingo, catedrático de Toxicología de la Universidad Rovira i Virgili (URV) de Tarragona.

Este experto afirmó que los análisis detectaron la presencia de dosis de mercurio en el plasma de una de cada cuatro personas y en más de la mitad de las muestras de sangre que fueron examinadas. Este diario no logró ponerse en contacto con Domingo. No estaba en su despacho, y el gabinete de prensa de la URV informó de que la intención del profesor era no atender ni a un solo medio de comunicación porque el estudio aparecido en el citado programa "no se refiere a la contaminación del pantano de Flix", que es el tema que actualmente está sobre la mesa, y "no quiere que se mezclen ambos asuntos".

Además, agregó la citada fuente, el experto "realizó los análisis a título particular", ya que él mismo es un consumidor de agua procedente del Consorcio de Aguas de Tarragona (CAT), "no a nivel científico". Por su parte, Daniel Pi, presidente del Consorcio de Aguas de Tarragona (CAT), rehusó manifestarse sobre el asunto: "Entonces yo no ocupaba este cargo y hablar de cosas de tres años atrás no está justificado", dijo.

Evitar la alarma

Josep Lluís Domingo, que reconoció en TVE que no dio a conocer los resultados en aquel momento para "evitar una alarma innecesaria", se decidió a realizar los análisis después de que el CAT encontrase una concentración de mercurio tres veces superior a la permitida en el agua, después de un episodio de mortandad de peces que se produjo el día de Navidad del año 2001.

Al conocer los resultados, la entidad resolvió el problema utilizando agua de pozos de reserva ajenos al río, pero el profesor de la URV sospechó que el agua contaminada pudo llegar a los hogares durante cuatro o cinco días.

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Por ello, Josep Lluís Domingo solicitó muestras de plasma a los hospitales de Reus y de Tarragona de días anteriores e inmediatamente posteriores al episodio contaminante del 25 de diciembre de 2001. Entre las 40 muestras de plasma que se tomaron a los habitantes de la zona, obtenidas el día 22, sólo detectó mercurio en una de ellas. En diversas muestras de días posteriores, a principios de enero, la presencia de este metal se había multiplicado por 10 en plasma, y aparecía en una de cada cuatro muestras analizadas. La presencia en sangre era, al tiempo, mucho más elevada. Así se pudo encontrar mercurio en 47 de 85 muestras, en más de la mitad de los análisis efectuados.

Sin embargo, Josep Lluís Domingo explicó en el reportaje televisivo que los niveles de contaminación detectados no llegaron a ser preocupantes, pero que sí lo hubieran sido de haberse detectado éstos más tarde.

En la época en que se produjeron estos hechos, la Agencia Catalana del Agua (ACA), dependiente de la Generalitat, sólo hacía análisis de metales pesados una vez al mes y la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) los efectuaba cada 15 días.

Sólo la iniciativa de analizar el agua en busca de metales pesados por parte de la entidad de aguas logró evitar que los consumidores siguieran bebiendo durante más tiempo el agua contaminada por mercurio.

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