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Rusia recupera influencia en Asia Central y reafirma sus posiciones frente a EE UU

El presidente Vladímir Putin anuncia que su país desarrolla un nuevo tipo de misil nuclear

Pilar Bonet

El presidente de Rusia, Vladímir Putin, que en nombre de la lucha antiterrorista acogió la presencia de EE UU en Asia Central tras el 11-S, parece menos inclinado a ceder posiciones militares y económicas en su patio trasero en el segundo mandato de George W. Bush. Respecto a las relaciones bilaterales, Moscú interpreta como continuidad el nombramiento de Condoleezza Rice. Ayer, ante la cúpula de su Ejército, Putin, afirmó que Rusia investiga con éxito un nuevo tipo de misiles nucleares, sin análogo en otras potencias, que serán puestos en funcionamiento en los próximos años.

El alto precio del petróleo infunde nueva seguridad a Rusia. Con unas reservas de divisas récord, Moscú practica hoy una política más activa en defensa de sus intereses en los países herederos de la ex Unión Soviética en Asia Central, en el Cáucaso y en Europa.

El restablecimiento de una nueva variante del antiguo imperio soviético, con instrumentos de persuasión, sobre todo económicos, pero también militares, es una receta muy popular entre los principales ideólogos del Kremlin. Putin y otros miembros de su equipo procedentes de los órganos de seguridad (KGB y variantes posteriores) comprenden mejor la tarea de recomponer una comunidad de intereses en torno a su país que la de construir la democracia en él, señalan medios políticos rusos.

La afluencia económica hace que Rusia tenga más que ofrecer a sus vecinos y sea también menos receptiva a la presencia de Estados Unidos en Asia Central, afirmaba un analista norteamericano, según el cual Putin confió, tal vez erróneamente, en que Estados Unidos no se quedaría mucho en la zona tras el 11-S y la guerra para expulsar al régimen talibán de Afganistán.

Moscú ha reforzado su presencia militar en Asia Central desde el otoño de 2003, cuando inauguró la base aérea de Kant en Kirguizistán. Rusia, que en octubre transformó en base militar su división motorizada en Tayikistán, mantiene un contingente del Servicio de Seguridad del Estado para apoyar a los tayikos en la frontera con Afganistán. Moscú ha obtenido un observatorio aéreo en Tayikistán, a cambio de perdonar a este país 250 millones de dólares de deuda.

"El despliegue de bases rusas ha reforzado seriamente el sistema de seguridad colectiva en Asia Central", dijo ayer Putin a la cúpula del ministerio de Defensa. El Tratado de Seguridad Colectiva, la alianza militar de Rusia con países postsoviéticos, crea condiciones para "neutralizar los focos terroristas y extremistas en la región y en, su conjunto, incrementa el potencial defensivo de Rusia y sus aliados" en una zona estratégica, dijo.

Lazos con Uzbekistán

Rusia ha reforzado su posición con un acercamiento a Uzbekistán. En octubre, ambos países firmaron un acuerdo de colaboración estratégica, que prevé inversiones y colaboración militar y de seguridad y que ha coincidido con una etapa de frialdad entre EE UU y Uzbekistán a causa de los abusos del régimen de Islam Karímov en derechos humanos.

Uzbekistán es sede de dos bases militares norteamericanas, negociadas en 2001 para la operación antiterrorista en Afganistán. Karímov esperaba mucho de Washington, pero ahora ha redescubierto a Rusia, país al que invitó a convertirse en socio de la Organización de Cooperación Centroasiática (OCC), una de esas asociaciones alternativas a la Comunidad de Estados Independientes, el club postsoviético donde predomina Moscú.

En una cumbre de la OCC en Dushambé, Karímov valoró el papel de Rusia como donante y para subvencionar muchos proyectos, así como para resolver los eventuales conflictos de una región de 50 millones de personas. "La experiencia histórica indica que Rusia fue siempre la potencia que resolvía muchos problemas", dijo el presidente uzbeko. Rusia, agregó, está "más interesada que cualquier otro" en la estabilidad en la región asiática.

En mayo, en Moscú, Condoleezza Rice dijo haber constatado con sus interlocutores rusos que los "extremistas radicales", con ayuda exterior, eran más activos en Uzbekistán.

El Kremlin, tan preocupado por los derechos de los rusos en los Estados del Báltico, calla sobre las discriminaciones que sufren los rusos en la república asiática de Turkmenistán. En abril, Rusia firmó un voluminoso contrato de suministro de gas para 25 años y Putin intenta convencer a los occidentales de que los acuerdos de energía con Estados asiáticos deben pasar por Moscú. Rusia, ha alegado, conoce mejor los problemas de aquellos países y sabe cómo resolverlos.

El presidente ruso, Vladímir Putin (derecha), conversa con mandos militares rusos, ayer en Moscú.
El presidente ruso, Vladímir Putin (derecha), conversa con mandos militares rusos, ayer en Moscú.AP

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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