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Tribuna:EL FIN DE UNA ERA
Tribuna
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El mito del no-socio

El líder y símbolo del pueblo palestino ha muerto. Su partida de la escena política tiene implicaciones de largo alcance, especialmente para las relaciones entre israelíes y palestinos. La línea oficial israelí durante los últimos cuatro años ha sido que no existe socio palestino y que Yasir Arafat es persona non grata. Se ha culpado a Arafat de estar personalmente implicado en la planificación y fomento de atentados terroristas. Se le ha acusado de utilizar fondos donados por la Unión Europea para financiar actividades terroristas y para establecer estrechos vínculos con esas "fuerzas del mal" que son Irán e Irak. También ha habido críticas por mala gestión y malversación de recursos públicos y por usar métodos autoritarios para controlar la Administración y el aparato de seguridad palestinos.

La línea oficial israelí en los últimos cuatro años ha sido que Arafat era 'persona non grata'
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Aunque algunas de estas acusaciones son sin duda ciertas, han sido divulgadas una y otra vez por el Gobierno y los medios israelíes para crear el mito del "no-socio". Se ideó para convencer al mundo de que Arafat era un obstáculo para la paz, la causa principal de que se viniera abajo el proceso de Oslo. Si no hubiera sido por Arafat, se aseveró, las negociaciones se podrían haber reanudado, se habría roto el ciclo de violencia y en última instancia se habría logrado la paz. Líderes mundiales como Bush y Blair y otros muchos artífices de la opinión pública salieron con la misma copla, contribuyendo a promover la idea de que Arafat era el principal obstáculo para un acuerdo justo.

Como cualquier mito político, el del "no-socio" se ha utilizado más para ocultar que para revelar. Pretendía enturbiar los motivos de queja fundamentales que alimentan el conflicto; a saber, que Israel ha estado ocupando tierra palestina durante 37 años y que el número de colonos judíos se duplicó de hecho durante el proceso de Oslo, el año en que Israel estaba aparentemente preparando la retirada de los territorios. El mito del "no-socio" también se utilizó para menoscabar exigencias básicas palestinas, que Arafat, como símbolo del pueblo palestino, representaba: la retirada completa de Israel a las fronteras de 1967, la creación de una capital palestina en Jerusalén este, y el reconocimiento de los derechos de los refugiados palestinos. En consecuencia, este poderoso mito daba a entender que la escalada del conflicto se debía a la ausencia de un socio, en vez de a la poca voluntad de Israel de abordar dichas exigencias y motivos de queja.

El problema de Israel es que la muerte de Arafat no resolverá nada. Las razones del conflicto persistirán. Por consiguiente, el primer ministro Sharon debe elegir entre dos líneas de acción radicalmente distintas. Puede optar por abordar las reivindicaciones palestinas, lo cual indudablemente entrañaría dolorosas concesiones por parte de Israel, pero podría finalmente conducir a la paz en la región. Otra posibilidad es que forje un nuevo mito que consiga una vez más distraer la mirada de la opinión pública de los asuntos reales, y permita a Israel seguir expropiando la tierra palestina y destruyendo la infraestructura de subsistencia de la población. Esta última opción es la que muy probablemente adoptará Sharon. Entonces la cuestión pasa a ser: ¿qué nuevo mito se creará?

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