Partidarios del Gobierno siembran el pánico entre los occidentales de Costa de Marfil
París reconoce que sus tropas han podido "herir o matar" a "algunas personas"
"Nadie podía imaginarse que las tropas de Costa de Marfil iban a atacar a los franceses", afirmó ayer el ministro galo de Exteriores, Michel Barnier, 24 horas después del bombardeo que costó la vida a nueve soldados de ese país y heridas a otros 34. La represalia francesa, que destruyó dos cazabombarderos y seis helicópteros marfileños, encendió los ánimos de una masa de decenas de miles de personas en Abiyán, la capital económica del país, que sembraron el pánico entre los occidentales. El Ejército francés reconoció anoche que sus fuerzas dispararon contra saqueadores.
Los partidarios del Gobierno de Costa de Marfil reaccionaron violentamente al anuncio de que su aviación había sido destruida por los franceses. Las calles quedaron bajo el control de Jóvenes Patriotas, una milicia cercana al poder. ¿Quién les instrumentaliza? "Naturalmente, esas personas se encuentran cerca de Laurent Gbagbo", el presidente marfileño, según el jefe de la diplomacia francesa.
Barnier informó de que había llamado al presidente de Costa de Marfil para asegurarle que Francia no tiene intención de desestabilizarle, ni de provocar modificaciones en las instituciones del país; pero que se había visto obligada a reaccionar ante el inesperado ataque recibido y considera "inaceptables" las violencias y exacciones que se produjeron después.
En radios y televisiones francesas, testigos de los hechos han descrito escenas de "caza al blanco", propias de tiempos pasados. Un número indeterminado de civiles se subió a los techos de sus casas en Abiyán, desde los que asistieron al saqueo de las viviendas. Unos 200 extranjeros, la mayoría de ellos franceses, se concentraron en la base militar francesa situada cerca del aeropuerto de Abiyán. Otros se reagruparon por su cuenta, dispuestos a hacerse fuertes "armados hasta los dientes", según uno de esos testimonios.
Todo esto ocurrió después de choques entre manifestantes y tropas francesas. Estas últimas dispararon sobre una manifestación que pretendía llegar hasta el aeropuerto, a través de la avenida Valéry Giscard d´ Estaing, en la noche del sábado al domingo. El Gobierno marfileño acusó a Francia de haber matado a 30 manifestantes. París no ha hecho público su balance de víctimas, pero el general Bentégeat, jefe del Estado Mayor, reconoció que sus fuerzas habían podido "herir o matar" a "algunas personas" durante los enfrentamientos. En total, las tropas destacadas en Costa de Marfil ayudaron o evacuaron a 750 ciudadanos extranjeros de sus casas. En estas operaciones fue donde se produjeron los disparos franceses.
Ayer, domingo, continuaron los saqueos iniciados el sábado con el ataque a escuelas, restaurantes, una estación de servicio y un concesionario de Renault, en Abiyán. Los incidentes sacudieron también otras ciudades, en medio de un clima anti-francés atizado por los partidarios del Gobierno. El presidente de la Asamblea Nacional, Mamadu Kulibaly, acusó a Francia, la antigua potencia colonial, de intentar "ocupar" de nuevo su país; denunció a Jacques Chirac como el hombre que había "armado a los rebeldes" y aseguró que "Vietnam no habrá sido nada, en comparación con lo que vamos a hacer aquí".
Barnier reaccionó a tales amenazas afirmando que el que las profiere "se equivoca de época". Aseguró que las tropas de su país se encuentran en Costa de Marfil en una "misión de paz", al lado de los cascos azules enviados por la ONU para interponerse entre las fuerzas que ocupan el norte del país, rebeldes a Gbagbo, y la zona del sur, en poder de este último.
El Gobierno de París se siente respaldado por la rápida condena del Consejo de Seguridad de la ONU a las violaciones del alto el fuego, cometidas por el gobierno marfileño, e intenta una resolución más dura contra Gbagbo, si no vuelve la calma.
"La situación está bajo control, pero sigue siendo tensa, dijo anoche la ministra francesa de Defensa, Michèle Alliot-Marie. Los primeros refuerzos anunciados (300 soldados procedentes de Libreville, en Gabón) habían llegado a Abiyán y se esperaba a otros 300 paracaidistas, 60 gendarmes y un avión con equipamiento médico. Los franceses quieren mantener el aeropuerto en su poder, a toda costa, y están desplegándose por la ciudad de Abiyán. Con ello intentan garantizar una cierta seguridad a los residentes extranjeros, entre ellos unos 15.000 franceses, cuya evacuación no está prevista, por el momento.
Las tropas del Gobierno marfileño se retiraron ayer detrás de la línea de alto el fuego que separa las dos zonas en las que está partido el país, y en la que se encuentran la fuerza de interposición de la ONU (6.000 soldados) y los franceses (unos 4.000) encargados de evitar la guerra civil.
El presidente Gbagbo llamó anoche a la calma y exigió a los manifestantes que volvieran a sus casas. "No hay que ceder a la provocación", dijo el líder marfileño.
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