Cita a ciegas
El cambio de tres comisarios que ha llevado a cabo el presidente de la próxima Comisión Europea, Durão Barroso, debería permitir la aprobación en bloque -no puede hacerlo individualmente- de este Colegio por el Parlamento Europeo a mediados de noviembre. Pero ha faltado un cambio más radical. Berlusconi ha cedido al retirar a Rocco Buttiglione, que desde el papel asignado de comisario de Justicia, Libertades e Igualdad había criticado a los gays y defendido una concepción tradicionalista de la familia y del papel de la mujer. En su lugar ha puesto al más hábil y centrado Franco Frattini, hasta ahora ministro italiano de Exteriores, pero también abogado de Il Cavaliere, que así mantiene un cerrojo sobre asuntos de su interés personal.
La cartera de Frattini constituye uno de los ejes centrales de la construcción europea. Ayer mismo, en Bruselas, el Consejo Europeo cerró un ambicioso plan quinquenal en este campo que obligará a partir de 2008 a las policías europeas al intercambio inmediato de información en la lucha contra el terrorismo y otros crímenes organizados, aunque lamentablemente no se aprobara la creación de la figura de un fiscal europeo que proponía España. Los 25 han decidido que gran parte de las decisiones en materia de asilo e inmigración -salvo para los cupos de inmigración laboral, que seguirán siendo nacionales- dejen de requerir la unanimidad. Se han dado pasos decisivos para poner en marcha el próximo año la Agencia de Control de Fronteras Exteriores y para ayudar a los países terceros a que contribuyan a luchar contra la inmigración ilegal en la UE.
Barroso ha descrito la formación de la Comisión como "una cita a ciegas", pues obliga a trabajar juntos a comisarios que vienen directamente designados por los Gobiernos. Un nuevo comisario letón, Andris Piebalgs -experto en temas fiscales-, se encargará ahora de la cartera de Energía, para la que no valía el húngaro László Kovacs, que llevará Fiscalidad. Y, pese a sus intereses empresariales, se mantiene en la crucial cartera de Competencia a la holandesa Neelie Kroes. Lo ocurrido muestra que la solución que propuso la Convención que elaboró el anteproyecto de Constitución europea, pero que no retuvieron los Gobiernos, era más razonable: que cada capital presentara una terna, de la que pudiera escoger el presidente de la Comisión. Así, la cita no sería tan a ciegas. Nada impide ponerlo en práctica la próxima vez.
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