"Estamos viviendo unos tiempos nada elegantes"
Le consideran un hombre "renacentista". Además de guapo, galán de Hollywood y ahora bailarín. Se trata de Richard Gere, un actor que enseñó al público que no hay nada malo en peinar canas y que a sus 55 años es capaz de mantener en su nuevo estreno, Shall we dance?, la misma galantería afable con la que se ganó a la audiencia en algunos de sus clásicos románticos. Según Gere, es una afabilidad que aumenta con los años y a la que ahora contribuye su esposa, Carey Lowell; el hijo de ambos, Homer, y la hija de Lowell, Hannah. Budista, fotógrafo y músico, cuando nadie le oye, Richard Gere sigue siendo el héroe romántico que fue en los años setenta.
A la hora de llevarse a la chica, Richard Gere sigue siendo único. Funcionó en Oficial y caballero, también funcionó en Pretty Woman, y ahora, en Shall we dance?, tampoco defrauda. "Supongo que ése será mi epitafio: 'El hombre que se llevaba a la chica'. A pesar de que siempre me digo que no va a funcionar, que son situaciones tan increíbles que el público no se las tragará. Pero, por la razón que sea, siempre funciona", afirma el actor.
"Supongo que ése será mi epitafio: 'El hombre que se llevaba a la chica'. A pesar de que siempre me digo que no va a funcionar"
"Aunque Susan Sarandon es una vieja amiga, nunca habíamos trabajado juntos. Es una de esas escasas actrices capaces de todo"
Quizá sea debido a que la galantería siempre triunfa. "Cuando comenzaba mi carrera como actor me creía mucho más las cosas, pensaba que sabía el porqué de mi trabajo. Pero eso era cuando tenía 20 años. Con el tiempo lo único que he aprendido es que uno no sabe nada, ni lo que significa ser un hombre hasta bastante entrada la treintena, lo que es una auténtica pena porque uno comete los mismos errores una y otra vez por falta de madurez".
Según el actor, con los años ha aprendido a estar cómodo dentro de su piel: "A entender tu realidad interna, tu brújula personal te guiará sea cual sea el mundo que te rodea. Y ahora estamos viviendo unos tiempos nada elegantes".
Tras defender a John Kerry en las pasadas elecciones estadounidenses, Gere ve así el futuro tras la reelección de George W. Bush: "¿Se acabará el mundo? Probablemente no. ¿Irá a peor? Sí, mucho peor. Hemos vivido cuatro años del peor gobierno que podíamos tener. Nadie lo podía haber hecho peor. Ha causado más problemas, más odio, más rabia y más violencia que cualquier otro. Un Gobierno que ha sabido unir a nuestros enemigos y dividir a nuestros aliados. Por eso sentí que tenía que involucrarme en esta elección".
¿Y ahora, qué? "Creo que el mayor problema de nuestros líderes es que son incapaces de crear una visión del mundo que nos inspire. Y en Estados Unidos tenemos un problema aún más específico porque cada vez es mayor la diferencia racial y económica entre los que tienen y los que no. Definitivamente, es un tiempo de obstáculos e impedimentos. De mal gobierno, mala política y mala filosofía. Un momento en la historia nada generoso. Y que no perdona".
Susan Sarandon, su compañera en Shall we dance?, también coincide con sus opiniones políticas. "A pesar de que Susan es una de mis amigas más antiguas, ésta es la primera vez que trabajamos juntos. Los dos estamos alucinados de que nunca lo hayamos hecho antes, ¡con lo fácil que ha sido! Es una de esas escasas actrices capaces de todo".
La otra mujer de su vida en esta película es Jennifer López. "Jennifer también es una profesional, una trabajadora infatigable, alguien muy incomprendida en muchos casos. Aunque era fácil ver que estaba pasando por un momento difícil en su vida personal, eso nunca influyó en el rodaje. El público proyecta de ella una imagen falsa".
Como dice el director de la película, Peter Chelsom, oyéndole hablar, se diría que Richard Gere lo tiene todo. Él responde: "Quizá, pero yo no lo considero en términos materiales. Siento que lo tengo todo cuando mi hijo viene con un dibujo. Eso me parece increíble".
Sobre su habilidad para el baile, el actor afirma: "Bueno, que quede claro que yo no sé bailar. Jennifer López baila. Richard Gere no baila. Fred Astaire baila. Yo no bailo. ¡Era tan malo cuando comencé los ensayos...! Al final fue un acto de entrega, de confianza. Sereno y casi cerebral de cintura para arriba y completamente sensual y conectados de cintura para abajo. No me extraña que Fred Astaire viviera en otro universo, el del baile, donde la vida es elegante, generosa y alegre. Una vida por la que uno se paseaba sin obstáculos. Pero yo no soy capaz de bailar a ese son".
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.