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Crítica:ESTRENO | 'Shall we dance?'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La familia, ante todo

Una modesta producción japonesa, que aquí conocimos con el mismo título que ésta y que firmó, allá por 1996, Masayuki Suo, proponía una relación entre dos personas heridas: una elegante, gélida bailarina, y un rutinario empleado en una gran empresa que encontraban, casi por azar, un terreno para el acercamiento mutuo: la sala de baile de una escuela. El impensado éxito del filme ha llevado a este remake americano, cuyo guión firma Audrey Wells a partir del original del que el propio Suo era autor. Y con algunas diferencias de enfoque y todo el glamour de un trío protagonista frente al que el filme japonés no podría más que rendirse (Richard Gere como el aburrido protagonista, la fogosa Jennifer López como la distante bailarina y Susan Sarandon como la sorprendida esposa del primero), tenemos la versión que, como ocurre siempre en estos casos, terminará, a pesar de su mediocridad, por oscurecer las muchas virtudes de aquel original japonés.

SHALL WE DANCE?

Dirección: Peter Chelsom. Intérpretes: Richard Gere, Jennifer López, Susan Sarandon, Stanley Tucci, Lisa Ann Walter. Género: comedia musical, EE UU, 2004. Duración: 106 minutos.

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Los matices que diferencian ambas propuestas tienen que ver no tanto con la puesta en escena de este musical diferente (una gentileza de un cineasta raro, el británico Peter Chelsom, autor de una estimable segunda película, Funny Bones, y ya en EE UU, de un filme blandito y olvidable como Serendipity), cuanto del enfoque: aquí no se trata tanto de bucear en la relación entre Gere y López, que es casi tangencial al tema central del filme, sino en mostrar el camino que llevará al aburrido abogado a reemprender la vuelta al hogar. Porque aunque a priori un filme como éste parezca condenado por las reglas implícitas del buen sentido a constituirse en canto a la pareja madura y la familia, no deja de sorprender que el guión coloque tan por encima de todo ese proceso de vuelta al amor, a pesar de la tentadora oferta que puede ofrecer la escuela al abogado, Jennifer López incluida.

Conservadurismo

Así, Shall we dance? se despliega ante su espectador sin la menor concesión a la novedad y con un conservadurismo formal y temático que la convierte en una previsible, a fuer de rutinaria comedia con música llena de toques y personajes amables (hay que ver cómo son los que rodean a Gere en la escuela, desde el desenfadado Tucci hasta ese pintoresco cripto-gay latino, o la desinhibida y rellenita Lisa Ann Walter, de lo mejor de la función), situaciones esperables y, eso sí, mucha música latina, no en vano López está en la película para vender su pinito racial, y a otra cosa. De ahí que cuando el filme acaba, la sensación que se tiene es de haber pasado muy levemente un tiempo de ocio sin pretensiones, pero también sin huellas, sin poso: algo así como un olvidable placebo sustitutivo de una película que estaba en el guión de Suo, pero que no se supo, o no se quiso, recrear aquí con los mismos mimbres.

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