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Un grupo español crea un nuevo 'super-ratón' resistente al cáncer

Javier Sampedro

Entre los centenares de genes implicados en el cáncer, hay tres particularmente interesantes, porque aparecen inactivados en un gran número de tumores de todo tipo, y por tanto su actividad normal debe suponer una fuerte protección contra la transformación maligna. El laboratorio de Manuel Serrano, del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), ya mostró hace dos años que una copia extra del primer gen protege a los ratones del cáncer, y ahora lo ha confirmado con los otros dos.

Los genes se llaman p53, Ink4a y Arf, y la lógica de su funcionamiento es similar: cuando la célula está sometida a varios tipos de estrés o ve dañado su ADN, estos genes lo detectan y disparan el proceso de apoptosis (suicidio celular programado), o bien el camino de la senescencia, que no mata a la célula pero la deja en un estado durmiente en que no puede proliferar. Cuando estos genes fallan, la célula se queda sin el último mecanismo de control que puede evitar la aparición del cáncer.

Serrano y su equipo han creado ratones transgénicos que llevan, además de sus dos copias normales de Ink4a/Arf, una copia extra introducida artificialmente en su genoma. Estos ratones muestran una elevada resistencia al cáncer, tanto a los tumores espontáneos como a los inducidos con compuestos químicos cancerígenos.

Activar la apoptosis y la senescencia de las células suele tener un lado malo: acelera el envejecimiento y acorta la vida. Pero esto no les ocurre a los 'super-ratones' del CNIO. La razón es que los genes extra no están activados continuamente, sino que conservan sus interruptores habituales, y por tanto sólo se activan cuando son necesarios, es decir, cuando la célula se ve sometida a estrés o está empezando a acumular daños peligrosos.

Los investigadores consideran probable que su experimento ya haya sido trasladado al ser humano por la naturaleza. "Hay gente asombrosamente resistente al cáncer, como esos fumadores de tres paquetes diarios que llegan vivos a los noventa años", explica Peter Klatt, uno de los autores del trabajo. "Y es probable que algunos de estos casos se deban a una duplicación natural de estos genes, aunque nadie lo ha comprobado todavía".

Los últimos estudios sobre la variabilidad genética humana han demostrado que una de las mayores fuentes de variación entre personas, si no la mayor, son las duplicaciones de genes, o de grupos de genes. Y otra son las alteraciones en el grado de activación de los genes. Si

Ink4a/Arf se activa más de lo normal en una persona, el efecto sería similar a una copia extra.

La posibilidad de introducir copias extra de estos genes protectores en los seres humanos -esto es, en los que no las tengan ya de forma natural- no es por el momento más que ciencia ficción, pero el trabajo abre campos más realistas a medio plazo. "La mayoría de la investigación de nuevos fármacos contra el cáncer busca moléculas que maten a las células tumorales", dice Klatt, "y el gran problema es siempre evitar que maten también a las normales. Lo que indican estos ratones es que puede ser posible encontrar una clase completamente inexplorada de fármacos, que activen a estos genes protectores antes de que el proceso canceroso los destruya. Más que quimioterapia, sería una especie de quimio-prevención".

Esta línea no se ha perseguido hasta ahora porque se pensaba que esos hipotéticos fármacos acelerarían el envejecimiento. Pero ahora parece posible evitarlo. La idea es que el fármaco no ejerza una activación total, sino condicionada, de estos mecanismos de control.

Manuel Serrano.
Manuel Serrano.CLAUDIO ÁLVAREZ

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