Memorias de un soldado vasco
Una familia donostiarra recupera los diarios que su padre, 'gudari' en la Guerra Civil, escribió en el frente y en prisión
"Entrada de año. Anoche cenamos en Gobernación con Monzón, Jesús, Urbistazu, Enrique, etc. Cena magnífica". El 1 de enero de 1937, José Manuel Mendizabal, Mañul, escribe esas frases en su diario. Día tras día, seguirá anotando los principales acontecimientos de un periplo de siete años que comenzará en el frente y terminará en la prisión.
José Manuel tiene 26 años y es teniente del Batallón Saseta, integrado por militantes del PNV. Donostiarra de nacimiento, se encuentra en Vizcaya para participar en la defensa de la provincia frente a las tropas franquistas.
Hombre de fuertes convicciones ideológicas y religiosas, en los primeros días del año es testigo de la crueldad que la contienda está causando cuando un grupo de asaltantes lincha a varios presos del bando nacional encarcelados en Bilbao. Ese día, escribe: "Al llegar a Gobernación, nos dicen que han asaltado las cárceles, lo que nos indigna. ¡Qué vergüenza! 200 asesinatos". Son aún tiempos de optimismo en los que los escritos reflejan las paradojas de la guerra, cuando Mañul y sus compañeros pueden comer "con champagne, pero sin pan". Pero la guerra está cerca. En pocos días es destinado a la zona de Markina-Etxebarria, que juzga como la posición "más peligrosa". Tras revisar el emplazamiento de las "máquinas" (las ametralladoras), deja constancia de sus primeras sensaciones: "No me gustan estos dos últimos puntos (...) Nos cañonean en el relevo".
"Después de llegar a Gernika, nos llevan a Mundaka. Nos relevan. Gernika no existe ya"
Hasta mediados de marzo, aún hay tiempo para esporádicos partidos de pelota y películas. El humor es "excelente" y, tras días de penurias, disfrutan de un banquete a base de "anchoas, atún, ostras paella y alubias rojas". Incluso van a Bilbao para ver una representación de Amaya. Pero para entonces el frente se ha roto en Guipúzcoa, y Mañul anota que "se está pasando mucha gente", huyendo de los franquistas.
Los acontecimientos se precipitan en el terreno militar. "Todo está mal organizado", escribe el teniente Mendizabal. Las notas se vuelven progresivamente más escuetas. El 1 de abril, recién comenzada la ofensiva de las tropas de Mola para romper el frente en el Norte, la tensión aumenta. "A las doce, violento tiroteo (...) Nosotros no disparamos ni un tiro (...) una bala me da en el casco, sin pasar, a Dios gracias (...) Parece que hay un fuerte ataque en Otxandiano. Buen tiempo". Durante esos días, fallecen sus compañeros King Kong y Coleño. Una anotación del día 23 desvela que el autor del diario preveía que, al menos, la guerra iba a ser larga. "Cena para ocho con Salegi a que no termina la guerra para hoy. Ganada".
Poco a poco aumenta su preocupación por los acontecimientos que se suceden en Europa, cuando ya es evidente que, sin apoyo externo, será difícil ganar la guerra. Así, el 12 de abril escribe: "Buenas noticias (...) Van Zelan ha derrotado a Degrelle [candidato pro-nazi en las elecciones belgas]". La prensa internacional también da cuenta de un acontecimiento que marcará el curso de la guerra: el bombardeo de Gernika. Dos días más tarde, José Manuel deja constancia del horror que provoca el ataque. "Después de llegar a Gernika, vienen unos autobuses que nos llevan a Mundaka (...) Nos relevan. Gernika no existe ya".
Los dos meses siguientes son de constante retroceso. José Manuel Mendizabal es testigo de los combates entre "cacharros" (los cazas republicanos) y "tranvías [bombarderos] y cazas a todo pasto de ellos". Tras la caída de Bilbao, el Saseta se retira a Santander. El resumen de los acontecimientos de junio es esclarecedor: "Desastre tras desastre. Estamos en Santander (...) El PNV pide confianza, que se le ha dado. Pero, ¿hasta cuándo? La gente, desmoralizada, no acata ni las órdenes (...) La guerra ha terminado". Se suceden los asesinatos de vascos, tanto militares como civiles y Mañul cree que "esto pasa de la raya". El Batallón Saseta es disuelto y se pregunta: "¿Cuánto durará esto? A este paso, poco".
El día 22 de agosto, la firma del Pacto de Santoña sella el destino de los batallones nacionalistas, que se entregan a las tropas italianas. El diario resume los sentimientos de su autor: "La guerra ha terminado con nosotros. El Bon. [Batallón] Loiola entregó las armas a los Flechas Negras [legionarios italianos] a las seis de la mañana. El Gobierno vasco se ha rendido. ¿En qué condiciones? Creo que se hablará en la Historia de esto".
Tras la rendición, comienzan los fusilamientos de responsanbles del bando derrotado. El 29 de septiembre, Mañul es condenado a muerte. Dos semanas después, creyendo su final sellado, escribe a su familia. "Para cuando leáis estas líneas, vuestro hijo Manolo estará ya lejos de este mundo (...) El mayor dolor que me podríais causar sería que mi muerte siriviera de ocasión para suscitar nuevos odios y rencillas. Que nadie tome mi muerte para vengarse". La sentencia será conmutada, pero él no lo sabrá hasta 13 meses después.
Mendizabal comienza a escribir otra vez el 23 de noviembre de 1937, en la prisión bilbaína de Larrinaga. Las anotaciones sobre los suicidios de sus compañeros se mezclan con otras que reflejan su estado de ánimo. "Bulos, bulos, bulos. Como en el Dueso (...) Ganas de que termine la guerra, eso es todo". Pronto, comienzan los fusilamientos. "Me despierto a las diez y media (...) Están sacando a gente. Gritos. Pasamos bastante miedo. Se normaliza y nos dormimos. ¿Cuántos habrán sacado?, y sobre todo, ¿a quiénes habrán sacado? (...) Hoy cumplo 27 años, ¿cuántos más viviré?". "Desengaños, lágrimas, malos ratos (...) Sufrido ha sido el año 1937. Que el siguiente sea mejor", resume.
El nuevo año las cosas no mejoran. Los presos sufren constantes problemas de salud ("diarrea" es una de las palabras más repetidas) y registros. Mañul decide camuflar algunas de las anotaciones. Así, las palabras Aberri Eguna aparecen escritas con una grafía casi ininteligible.
La lectura del último diario, redactado en 1943 en la prisión de Burgos, depara una sorpresa final: los textos están redactados en inglés, idioma que su autor aprendió de algún compañero de celda. Tal vez por la seguridad que le concede saber que sus notas no serán entendidas por los guardianes o por los cada vez más insistentes rumores sobre una posible liberación, el relato se vuelve más rico en detalles. Sucesivos párrafos dan cuenta de ese optimismo: "Nuestra expectación ante la liberación es tan grande que no podemos trabajar y los días se hacen demasiado largos" (16 de enero); "son los últimos días de Stalingrado" (1 de febrero); "he recibido carta de Celia [su hermana], todos me esperan muy pronto" (1 de febrero); "Han bombardeado duramente Berlín" (3 de marzo).
Finalmente, la evolución del conflicto mundial obliga a Franco a tomar una decisión sobre los presos. El 14 de marzo, José Manuel Mendizabal escribe: "A la hora de comer recibimos la noticia. Ha llegado mi orden de liberación. Salgo libre. Mi diario en prisión ha terminado".
De una caja de zapatos a las librerías
José Manuel Mendizabal falleció en 1978 y dejó a su famillia un legado de recuerdos escritos, guardados en una caja de zapatos.Veinte años después, sus hijos han invertido un lustro de trabajo en transcribir y completar aquellos textos. La idea inicial era repartir copias a las personas que aparecen citadas en los diarios o a sus descendientes, pero el interés de una editorial por el resultado del trabajo ha hecho que cambien de intención: los textos verán la luz en forma de libro durante la primavera de 2005, bajo el título Gudaris y rehenes de Franco (1936-1943). Diario de José Manuel Mendizabal, 'Mañul'.
El objetivo de la familia es recuperar la memoria del autor de los diarios respetando su voluntad de que no contribuyan a fomentar el rencor entre sus descendientes. "Nosotros no hemos hecho nada", apunta José Mari Mendizabal, uno de los dos hijos de Mañul que ha participado en la elaboración del proyecto. "Esto lo han hecho aita y los que nos han ayudado".
Sin embargo, cuando abrieron la caja de zapatos, no sospechaban la magnitud del proyecto que estaban acometiendo. "Pensábamos que iba a ser más fácil", apunta Juan Mari Mendizabal, "pero enseguida nos dimos cuenta de que no se entendía nada".
La mayoría de las anotaciones están realizadas en una letra minúscula y el paso del tiempo ha hecho estragos en muchas páginas. A ello hay que añadir que no se trata de un relato al uso, sino de "notas que hizo para entenderlas él mismo, para recordar lo que le había sucedido".
Con el objetivo de completar las anotaciones, acudieron a la bibliografía ya existente sobre el tema. Así, el vacío sobre los tres años de prisión en Burgos, del que no hay constancia en los diarios, ha sido completado en la transcripción con extractos de Diario de un condenado a muerte y Fe y esperanza, escritos por Ramón Galarza, otro preso condenado a muerte que coincidió con Mañul en la prisión. También han incluido varias fotografías y una carta, enviada en 1941 desde el penal de Burgos por otro preso, Peli Salegi, en la que narra su vida en los seis años precendentes.
Otras fuentes de información imprescindibles en este trabajo han sido Maripi y Maite Mendizabal, dos de las hermanas de José Manuel Mendizabal que le pudieron visitar en la prisión, así como dos de sus compañeros de armas y celda: José Manuel Iradi, fallecido hace dos años, y Peli Erdozia, quien en los diarios aparece citado como Koskorro, el único miembro aún vivo de la sección a la que pertenecía el autor de los diarios.
Así, han rellenado los huecos, completado las identidades de personas que figuran citadas tan sólo por su apellido o por el mote e interpretado las telegráficas anotaciones sobre los acontecimientos militares y políticos que salpican los diarios.
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