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Reportaje:LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA | La situación económica

¡También es la economía, estúpido!

Aunque no como en 1992, los bolsillos de las familias tendrán un papel importante en la votación

Jean DeAnna es una gordita blanca del sur, de la América profunda. Nació en Savannah, Estado de Georgia, hace 30 años. En lugar de hablar, como todas las gentes que se precien de pertenecer a la tierra de Ray Charles, canta. "Voy a votar, finalmente, por George W. Bush, el martes próximo. Quién sabe qué puede pasar. Pero creo que Bush ganará por muy poco margen", entona. ¿Republicana, derechista o norteamericana común y silvestre? Sorpresa, sorpresa. Jean votó en noviembre de 2000 por Al Gore, el candidato demócrata. Su marido, James Myrick, un hombre de color, también. Ahora, Jean, con estudios secundarios y tres hijos, aparcará el martes 2 su taxi, del que casi nunca se baja, y votará a favor de Bush. "Espero todavía convencer a James... si tengo un minuto para hablar de ello", ríe.

"Los recortes fiscales no han sido malos, pero no han creado más empleo", dice Galbraith
Los expertos aseguran que Bush necesitaba que el PIB creciera el 4%, y lo hizo el 3,7%

En los años 2001 y 2003, la Administración de Bush recortó los impuestos para la clase media. "Estos recortes fueron una compensación, se hicieron para endulzar los enormes regalos fiscales a los ricos, que los percibirán durante los próximos años", explicó James Galbraith, profesor de la Universidad de Tejas a EL PAÍS, un crítico acérrimo de la política económica actual. "No tiene nada que ver Bush con Ronald Reagan. Él sí favoreció a la clase media con fuertes concesiones fiscales", matizó.

Bush concedió a la clase media cheques de reintegro de impuestos en efectivo y más créditos por hijos. Sin ese estímulo fiscal, la economía norteamericana no hubiera crecido, por ejemplo, un 8% en el tercer trimestre de 2003. "No fueron recortes del todo malos. Pero han sido el chocolate del loro. Porque no han permitido crear más empleo", razona Galbraith.

Jean DeAanna tiene una percepción diferente. Ella se opuso a la guerra de Irak y llegó a odiar a Bush, según confiesa, por su política exterior, pero no en función de la economía. Ella conduce un taxi; su marido, un camión. "Los tiempos son difíciles. Tuvimos el 11 de septiembre, la economía entró en recesión y ahora las cosas mejoran muy lentamente", advierte. Jean y Mark ingresan unos 24.000 dólares anuales. (18.841 euros). "Tendría que sentarme y hacer cuentas, pero en 2003 nuestro dinero extra debió ser, a través del cheque de reintegro y créditos fiscales por hijos, de unos 3.500 dólares (2.747 euros). Es mucho dinero para nosotros", explica dando un suspiro. "Este año va a ser mucho menos, no creo que llegue a 1.500 (1.177 euros)", aclara.

Jean salió algo decepcionada del primer debate entre Bush y Kerry, y aplazó su decisión de votar hasta el último día. "Bush estuvo muy bien. Y Kerry mal. Creo que metió la pata cuando entró en el tema personal del lesbianismo de Mary Cheney, la hija del vicepresidente. Pero sobre todo, lo único que le preocupa a Kerry es la clase media alta. La educación, por ejemplo, le interesa más a Bush que a Kerry", recuerda.

Jean y Mark creen que los tiempos son muy duros. Mientras Jean confía en Bush, Mark volverá a votar por los demócratas, a menos que su mujer le convenza de lo contrario antes del martes 2. Pero ambos reflejan una realidad contradictoria. El populismo de Bush ha calado en Georgia. En las elecciones del 2000, ganó por 55% a 43,2% al demócrata Al Gore. En las encuestas, el presidente aparece con 57%, y Kerry, con 40%. Los demócratas dan por perdido este Estado. Y no es poca cosa: representa 15 votos electorales.

¿La guerra de Irak? A pocos kilómetros de Savannah hay un cuartel importante. La Tercera División de Infantería. "Voy y vuelvo de allí, habló con soldados y sus familias. Para mí es un asunto terrible. No apoyé a Bush, todo lo contrario. Pero, ¿sabe una cosa? Sadam Husein tenía armas de destrucción masiva y bombas nucleares. No tengo duda de que se deshizo de ellas antes de la invasión. Si no fuese así, todo esto carecería de sentido. Pienso que en estas circunstancas hay que mantener al comandante en jefe", explicó Jean DeAnna a este periódico.

La perspectiva quizá más individualista de esta joven de Georgia contrasta con otras dos realidades. La primera es la ya citada gigantesca reducción de impuestos para los ricos a lo largo de los próximos años; la segunda, la frustración de las esperanzas en que la recuperación de la economía suponga volver a una economía próxima al pleno empleo, sin inflación. El informe económico del presidente, de febrero de 2004, preveía crear cada mes, hasta noviembre, 300.000 empleos. Pero la evolución zigzagueante de la economía no ha permitido llegar a la mitad de esa cifra. La expectativas en un crecimiento económico del 4,5% o 5% en el tercer trimestre de 2004 se han saldado con una tasa del 3,7%, según se anunció ayer. Poca propaganda puede hacer el candidato Bush con este dato.

Pero, sobre todo, los Estados del Medio Oeste, aquellos que han sufrido una fuerte destrucción de puestos de trabajo en la industria manufacturera, como Michigan, Ohio y Pensilvania, no registran una recuperación al menos consistente con los datos estadísticos del crecimiento del PIB.

Los expertos en series históricas aseguran que un presidente que aspira a ser elegido para un segundo mandato necesita que la economía crezca un 4% el año anterior a la elección. Con la cifra del 3,7% anunciada ayer, la tasa anual de crecimiento del tercer trimestre de 2003 al de 2004 queda bastante por debajo de esa barrera. ¿Pájaro de mal agüero?

El candidato demócrata, John Kerry, saluda a un grupo de niños en Orlando (Florida).
El candidato demócrata, John Kerry, saluda a un grupo de niños en Orlando (Florida).REUTERS

Sangre, sudor y lágrimas

Un crecimiento del 3,7% en el tercer trimestre, cifra provisional, puede ser un dato espléndido desde la perspectiva de una economía europea que se expande a tasas del 1,5%, pero refleja una tendencia hacia la desaceleración en Estados Unidos que lleva la siguiente secuencia: 7,4%, 4,2%, 4,5%, 3,3% y, ahora, 3,7%. El próximo dato de empleo, correspondiente al mes de octubre, se conocerá el viernes 5 de noviembre, tres días después de las elecciones, pero tanto por el empleo en el mes de septiembre como por el dato provisional del producto interior bruto en el tercer trimestre, no es fácil que vaya a ser una cifra esperanzadora. Tampoco los ingresos de las personas -dato que será anunciado el próximo lunes 1 de noviembre- están experimentando una evolución boyante. Más bien, van en línea con una fuerte desaceleración.

El dividendo de la guerra de Irak consistió en dar un fuerte impulso a la inversión de las empresas tras la rápida victoria de la invasión, pero no ha sido el motor del crecimiento.

El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, advertía hace pocos días que los empresarios no están invirtiendo conforme a lo que cabría esperar en una situación financiera tan favorable como la vigente hasta ahora (tipos de interés históricamente bajos).

Es todo una confesión. Greenspan creía que la invasión de Irak despejaría los obstáculos a las decisiones empresariales. Sin embargo, a las dificultades en Irak se ha añadido la elevación de los precios del petróleo (67% entre enero de 2004 y estos días), un verdadero impuesto contra cualquier recuperación.

Y, last but not least, están los colosales déficit gemelos creados por la Administración de Bush: el déficit fiscal y por cuenta corriente de la balanza de pagos. Sangre, sudor y lágrimas para cualquiera de los dos que gane el martes 2 de noviembre.

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