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Las 'Tierras' de Tàpies reflejan la unidad del mundo

El Reina Sofía expone en un montaje impactante 46 cerámicas realizadas por el artista desde 1981

"¿Por qué la tierra?", preguntaron ayer a Antoni Tàpies (Barcelona, 1923) varias decenas de periodistas mientras recorrían con él la sala Nouvel 2 del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCRS). "Refleja bien la unidad del mundo. Todo empieza en la tierra y todo acaba en ella", contestó el artista catalán con transparencia casi zen. Bañeras, cráneos, pies, camas y cruces son algunos de los objetos recreados por el artista en las 46 piezas cerámicas, realizadas desde 1981, que se exhiben a partir de hoy y por primera vez en forma conjunta, acompañadas de 17 papeles de gran formato. Tierras rescata así una de las facetas menos conocidas de Tàpies y conmemora el Premio Velázquez de las Artes Plásticas, que recibió el año pasado.

"He querido valorar siempre aquello en lo que no solemos reparar, sacralizarlo"
"Hay pequeñas y exquisitas lavas que dan paso a objetos en tierra chamoteada, dura, agria, muy 'povera"

¿Qué va a descubrir de su obra quien visite esta exposición? "Verá que he sabido aventurarme", resumió ayer Antoni Tàpies, quien a pesar de la nube de grabadoras, micrófonos y flases que le salió al cruce en la rueda de prensa previa a la inauguración de Tierras, no perdió nunca la sonrisa, firmó algún que otro catálogo y se dijo "feliz" ante esta nueva exposición en el Reina Sofía (http://museoreinasofia.mcu.es), museo que dedicó a su trabajo dos grandes retrospectivas en 1990 y 2000.

La culpa (o el acierto) de haber acercado a Tàpies a la cerámica fue, parece, del escultor Eduardo Chillida (1924-2002). "Un día me llamó por teléfono y me dijo: 'He descubierto un material que te gustará", recordó ayer el artista catalán al remontarse al origen de sus trabajos con ese material.

Era el comienzo de los años ochenta y Tàpies ya era conocido por su ambición de "transformar la concepción clásica del arte, que veía al cuadro como cuadro-ventana, en un cuadro-objeto, dotándolo de tres dimensiones, trabajando lo volumétrico". "Se lo agradecí mucho a Chillida", sostuvo Tàpies.

La muestra, cuyo catálogo ha sido patrocinado por la Fundación Caixa Galicia, fue inaugurada ayer por la tarde por la infanta Cristina y por la ministra de Cultura, Carmen Calvo, y estará abierta hasta el 17 de enero de 2005. Después de Madrid, comenzarán los viajes: será expuesta en Caixa Galicia de Ferrol y en el Museo de Cerámica de Barcelona.

La idea era hacer algo distinto. "Tàpies es un artista muy bien representado en museos y galerías. Cuando le concedieron el Premio Velázquez el año pasado, reconocimiento que implica una exposición en el Reina Sofía, nuestro reto era hacer algo diferente", explicó ayer Ana Beristain, comisaria de la muestra en colaboración con Marta González. "Pensamos entonces que era el momento oportuno para mostrar su obra cerámica, que nunca había tenido una exposición específica".

Tierras no sigue una línea cronológica, sino "un hilo conductor" que refleja 23 años de trabajo del artista catalán, eclipsado en parte por su difundida imagen internacional como pintor. Las primeras obras expuestas son de 1981, año en el que Tàpies comienza a trabajar con el ceramista alemán Hans Spinner. "Hay pequeñas y exquisitas lavas que dan paso a objetos en tierra chamoteada, dura, agria, muy povera, muy Tàpies, que el artista empieza a sangrar", explicó ayer Beristain.

Novedosa por las obras reunidas, Tierras es fiel, no obstante, al más indeleble espíritu Tàpies. "La conciencia, el espíritu, también pueden estar en lo pequeño. Yo he querido valorar siempre aquello en lo que no solemos reparar, sacralizarlo", reflexionó ayer el artista. "Al hablar de lo sagrado aludo al misterio de todas las cosas que nos rodean en el mundo. A la sensación que se tiene por la mañana al abrir los ojos, cuando uno se pregunta ¿quién soy, qué es todo esto, cómo ha podido suceder? Al asombro de cada día. Mi obra es eso: una exaltación del misterio".

A las sillas, camas, lavaderos y demás objetos de uso cotidiano ("distintivos del estilo Tàpies") recreados por el artista se suman piezas que representan trozos y restos humanos. "Hay cabezas imponentes que recuerdan el mundo egipcio y también cráneos pequeños, pero muy potentes. No son trozos de cuerpos sino de alma, pues en ellos hay siempre una atención al dolor humano", explicó Ana Beristain.

Estudiante fallido de Derecho, Antoni Tàpies se dedicó a partir de 1945 a la pintura. Sus primeras obras muestran una línea expresionista y primitivista, pero ya dejan entrever lo definitivo de su estilo posterior: el interés por la materia, que lo lleva a manipularla por medio de técnicas y procedimientos diversos, y lo consagra como uno de los nombres fundamentales del informalismo español.

Celoso de la puesta en espacio de sus obras, apenas bajó del avión ayer por la mañana, Tàpies quiso ver el montaje de la exhibición, responsabilidad de la arquitecta María Fraile. Recorrió concienzudamente la sala, del brazo de Teresa, su mujer, y finalmente dio el aprobado: "El montaje es perfecto y el primer golpe de vista, impactante", le comentó a la directora del museo, Ana Martínez de Aguilar, quien minutos antes había definido la ocasión como un "día de fiesta en el Reina Sofía" y a Tàpies como "uno de los maestros más importantes del siglo XX español, con proyección internacional".

A este homenaje madrileño se suma otra exposición en Santander organizada conjuntamente por las fundaciones Marcelino Botín (calle de Marcelino Sanz de Sautuola, 3) y Antoni Tàpies. Hasta el 12 de diciembre, Antoni Tàpies. Una arquitectura de lo visible exhibe 70 obras seleccionadas por la comisaria Nuria Enguita. Piezas en distintos soportes (lienzo, madera, papel de estraza, collages...), que siguen las pistas del artista de 1950 hasta la actualidad.

Antoni Tàpies posa ayer en el Museo Reina Sofía junto a su pieza <i>Pie (Peu),</i> 1991, ensamblaje sobre tierra chamoteada con siete útiles punzantes de hierro .
Antoni Tàpies posa ayer en el Museo Reina Sofía junto a su pieza Pie (Peu), 1991, ensamblaje sobre tierra chamoteada con siete útiles punzantes de hierro .GORKA LEJARCEGI

Invitación al misterio

Ochenta y un años tiene Antoni Tàpies, pero nadie le gana en entusiasmo. "¿La obra que más me gusta? La que haré la semana que viene", bromeaba ayer ante los fotógrafos.

"Yo improviso mucho. He sido bastante estudioso, he escrito sobre arte, pero ante la tela en blanco me olvido de todo y hago. No tengo grandes programas", contó como disculpándose, y volvió a sonreír, dejando que la explicación de la estrategia de la exposición corriera por cuenta de los anfitriones.

"Hemos querido centrarnos en un aspecto de la obra de Tàpies, las tierras, y explorarlo desde los ochenta hasta la actualidad, para hacer honor a la intensidad de sus creaciones", resumió Ana Martínez de Aguilar, directora del Museo Reina Sofía.

Es "una mirada en profundidad que invita a adentrarse en el misterio y el enigma de Tàpies", dijo. "Contundencia y sentido de la armonía", destacó la comisaria Ana Beristainal caracterizar las obras reunidas.

La exposición de tierras, compuesta por 46 piezas, se complementa con una selección de 17 papeles de gran formato, cuya temática y cronología se corresponden con las cerámicas, estableciendo una clara relación entre ambos soportes.

Beristain destacó, además, la lucidez de los artículos incluidos en el catálogo de la exposición: "Valeriano Bozal sigue la evolución de Tàpies en el tratamiento de la materia; con exquisita sensibilidad, el escritor francés Jean Frèmon desvela la importancia de la huella enigmática de Tàpies en el arte, y Lourdes Cirlot se centra en los aspectos técnicos. El suyo es el texto más cercano jamás escrito a la obra en tierra de Tàpies", resumió.

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