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NUTRICIÓN

Dieta mediterránea

Estudios científicos han demostrado que este modelo de dieta es sano y alarga la vida, por lo que resulta importante mantener y transmitir esta herencia cultural.

El concepto de la dieta mediterránea deriva del estudio de los siete países, realizado por el doctor Keys en los años cincuenta, en el que se demostró que, a pesar de una alta ingesta de grasa, la población de Creta tenía una mortalidad por enfermedad coronaria y por ciertos tipos de cáncer muy baja, y, por tanto, una larga esperanza de vida. Se consideró que la causa de este beneficio era el tipo de comida de sus habitantes, cuyas principales características eran una alta ingesta de alimentos vegetales (frutas, verduras, legumbres y frutos secos), aceite de oliva como principal fuente de grasa, consumo relativamente bajo de carne roja, pollo y pescado con moderación, y moderada ingesta de vino.

Modelo sano. Desde entonces, la dieta mediterránea se ha propuesto como modelo de comida sana, y se ha elevado casi a la categoría de mito. Pero ¿qué tiene de verdad científica? Realmente, no existe una única dieta mediterránea, ya que los más de 15 países que rodean el Mediterráneo tienen sus características particulares en cuanto a alimentos se refiere. Es más, las diferencias observadas por el profesor Keys podrían haber sido debidas a otros factores del estilo de vida que no se controlaron, como es la actividad física. El estudio de Lyón ha confirmado posteriormente algunas de estas conclusiones. En él se incluyeron 605 pacientes que habían sufrido un infarto cardiaco. La mitad siguieron una dieta mediterránea, y la otra mitad, se utilizaron como grupo control, siguiendo su dieta habitual. A los dos años, la mortalidad había disminuido un 70% en el grupo con dieta mediterránea. Pero los beneficios de la dieta correcta también pueden observarse en otras latitudes. Por ejemplo, en otro estudio realizado en la India en pacientes con problemas cardiacos se utilizó una dieta rica en aceite de soja, frutos secos, vegetales, frutas y cereales integrales, frente a un grupo con su dieta habitual. También en el grupo con la dieta correcta disminuyó la tasa de infartos y de muerte.

En otro estudio reciente realizado en Grecia se confirmó que en los adultos sanos que siguen la dieta tradicional, a base de frutas, verduras, cereales, frutos secos, pescado y grasa monoinsaturada del aceite de oliva, la mortalidad era menor. Lo que parece es que hay una cierta sinergia o potenciación entre todos los alimentos de la dieta mediterránea. Lo realmente importante era la relación entre el consumo total de grasas monoinsaturadas y poliinsaturadas, frente a la grasa mala, que es la saturada, y la grasa trans. Recordemos que otras importantes fuentes de grasa no saturada, además del aceite de oliva, son también los frutos secos, el aceite de semillas y de soja, y el aceite de cánola o colza, siempre que no esté desnaturalizado.

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