Es falso

En una carta a EL PAÍS de 18 de octubre, el señor Humberto López y Guerra me atribuye indebidamente la coautoría, junto al ex presidente Aznar, del borrador de la Declaración de Praga redactada por el Comité Internacional para la Democracia en Cuba, que preside Václav Havel, y en el que figuran personas de la talla de los ex presidentes Patricio Aylwin, Luis Alberto Lacalle, Luis Alberto Monje y el propio Aznar, o intelectuales como Mario Vargas Llosa, Enrique Krauze y Marcos Aguinis. Eso es falso: nada tuve que ver con la redacción de ese texto, aunque lo suscribo en todos sus detalles porque sitúa el problema cubano en su justa perspectiva: un enfrentamiento entre Castro y el pueblo cubano, y entre las grandes democracias y la última tiranía comunista, no un conflicto entre Estados Unidos y Cuba.

En todo caso, esta carta del señor López, como la anterior del 11 de octubre, más un vergonzoso artículo de Gutiérrez Menoyo, también publicado en EL PAÍS, Los dólares no compran primaveras, parecen tener el mismo objetivo: desacreditar a los demócratas cubanos de la oposición interna y externa, y a quienes denuncien la violación de los derechos humanos en Cuba, acusándolos de recibir dinero de Estados Unidos para llevar a cabo su labor de zapa. Es decir, exactamente el mismo argumento (y casi con las mismas palabras) utilizado por Granma y por los jueces castristas que en el verano de 2003 sentenciaron a 75 cubanos y entre ellos a Raúl Rivero, el primer poeta de Cuba, a penas de hasta 28 años de cárcel por escribir artículos críticos, prestar libros prohibidos o pedir un referéndum para cambiar pacíficamente el destino de Cuba.

Ignoro en qué momento o por qué razones los señores López y Gutiérrez Menoyo comenzaron a pensar y a escribir como los funcionarios de la dictadura, al extremo de asegurar públicamente (Menoyo) que los disidentes Oswaldo Payá y Vladimiro Roca, invitados al congreso del PSOE en julio de este año, no acudieron a Madrid "porque prefirieron quedarse en Cuba a celebrar el 4 de julio en la Embajada norteamericana en La Habana", pero eso explica por qué ninguna persona informada en los asuntos de la isla, como sucede con los diplomáticos acreditados en Cuba o los propios servicios de inteligencia europeos, incluye a estos señores en las filas de la oposición. Son, o se han convertido, en una expresión lateral de la dictadura, cuya función consiste en repetir disciplinadamente el discurso oficial con que el régimen justifica la represión y maltrata y destruye a sus enemigos. Allá ellos con su conciencia.

Curiosa y afortunadamente, el mismo día en que EL PAÍS publicaba la carta del señor López, también aparecía un editorial en el que se asegura que "sólo se podrá ayudar a los cubanos mediante una política de Estado, en la que PSOE y PP debieran estar juntos". Esa sugerencia me parece razonable, y creo que ese consenso hay que forjarlo en la firmeza frente a la dictadura y dentro de una común política europea coherente con los valores que le dan forma y sentido a la Unión, y de acuerdo con la cláusula democrática que condiciona las relaciones internacionales de sus miembros. Ésa es la clave.-