Erasmus sale de Europa
El programa de formación de estudiantes y profesores abre sus fronteras y aspira a sumar tres millones de becarios en 2011
Ropa rigurosamente informal (salvo entre profesores), gafas de sol, pantalones vaqueros y acentos de toda Europa se mezclaron ayer en el edificio histórico de la Universidad de Oviedo (primero, en el patio, y luego, en el paraninfo), cuando estudiantes del programa Erasmus -veteranos y recién estrenados, con apenas tres semanas de clases y beca en la piel- se reunieron para festejar por anticipado el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, que recibirá hoy esta iniciativa nacida en 1987.
La finalidad del programa Erasmus (que debe su nombre a Erasmo de Rotterdam, humanista del renacimiento a quien se reconoce el haber sido el primer pensador europeo con conciencia de tal) es apoyar las actividades de las instituciones de enseñanza superior y promover el intercambio de profesores y estudiantes universitarios de la UE.
"En aquellos primeros tiempos, los estudiantes españoles no tenían costumbre de viajar y uno tenía la sensación de ser un emigrante cultural, que salía -casi con una maleta de cartón como quienes lo hacían en la década de los sesenta- a buscar Europa, a convertirse en ciudadano europeo", recordó emocionado Juan Vázquez, rector de la Universidad de Oviedo y anfitrión de un acto en el cual se mezclaron saludos grabados en vídeo desde los rincones más recónditos de ex estudiantes y profesores que han participado del programa ("hola desde Singapur", "felicitaciones Erasmus desde Grecia", "¡Enhorabuena desde Alemania!"), intervenciones del coro universitario, sonrisas y anécdotas multicolores.
En el programa participan actualmente 30 países y 2.000 universidades. Casi dos millones de estudiantes han disfrutado de esta beca, con la cual también han podido completar su formación en el extranjero 17.000 docentes. Y el futuro promete más: el objetivo es llegar en 2011 a tres millones de estudiantes y saltar desde Europa a todo el planisferio ("cruzar más fronteras y algunos mares", en palabras de Marta Ferreira, de la Unidad de Enseñanza Superior de la Comisión Europea), gracias a Erasmus Mundus, una iniciativa aprobada por el Parlamento Europeo en 2003. Este programa concederá, entre 2004 y 2008, 4.200 becas a estudiantes y profesores del tercer ciclo no europeos, para que puedan estudiar dos cursos en la UE. "Queremos una Europa que esté a la cabeza de la sociedad del conocimiento a nivel mundial. Programas como éste son esenciales para cortar la hemorragia de cerebros hacia EE UU", afirmó el europarlamentario Enrique Barón.
Pero no hubo sólo rosas. "Recuerdo a una compañera que en una oportunidad alojó a 20 ucranios recién llegados en su casa. Esos gestos no figuran en los currículos, pero demuestran el entusiasmo y la dedicación de todos los que hemos trabajado en el programa convencidos de que merece la pena", sostuvo la profesora Isabel Carrera. "Eran tiempos de mucha paciencia, negociación y mano izquierda para lograr las convalidaciones y el reconocimiento entre distintas universidades de los estudios cursados en el extranjero", hoy una realidad gracias al ECTS (Sistema Europeo de Transferencia de Créditos).
Nostalgia y risas fueron ayer una combinación ganadora. "Me dais una envidia terrible. Quisiera volver a estar sentada donde estáis vosotros. Ha sido la experiencia más enriquecedora de mi vida universitaria y la que más ha influido en mi futuro. Erasmus enseña que al llegar a otro país somos representantes del nuestro, pero al volver nos convertimos también en embajadores de los países que nos han acogido", recordó Patricia Martínez, que viajó de Oviedo a Sheffield con una beca en el curso 1996-1997. "Me fui con una bandera de Asturias firmada por mis amigos y familiares. La colgué en mi cuarto y mirarla me ayudaba a recordar quién era yo. Cuando volví mis amigos ingleses firmaron el reverso. Al mirarla hoy recuerdo quién soy ahora y por qué estoy aquí. Erasmus se es toda la vida", sostuvo. "Elegí Oviedo porque quería aprender español", contó Ana Gistolizzi, italiana y erasmus 1992-93, para quien la dicción fue la asignatura más difícil: "No sabéis la cantidad de ces y zetas que hay en una fabada asturiana: cazuela, chorizo...", un comentario festejado por carcajadas generales.
El Premio de Cooperación Internacional que recibirá hoy Viviane Reding, comisaria europea de Educación y Cultura, es vivido como un triunfo y una demostración de respeto a la "alta calidad del programa". "Es el premio que ha conseguido más rápidamente la unanimidad del jurado y eso es significativo", destacó Enrique Barón.
"Erasmus formó parte del proyecto de la Europa de los ciudadanos", recordó ayer Manuel Marín, comisario europeo de Educación en 1987 y actual presidente del Congreso de los Diputados. "Nos inspiramos en la Edad Media, en esa época había entre las universidades europeas más intercambio de estudiantes que en los años ochenta y advertimos entonces que una verdadera unión requería libre circulación universitaria".
Babelia
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