La memoria histórica tras las rejas
Alrededor de medio millón de españoles, republicanos hechos prisioneros durante la Guerra Civil (1936-1939), fueron recluidos en campos de concentración por el régimen franquista. El último campo de concentración, en Los Merinales (Sevilla), se cerró en 1962, un cuarto de siglo después del inicio de la guerra. En ese tiempo, los presos de guerra republicanos reconstruyeron las infraestructuras españolas en régimen de trabajos forzados. Son datos de la historia reciente de España desconocidos para la mayoría de los jóvenes, que han crecido o nacido en democracia.
Los datos oficiales revelan que 367.000 personas fueron hechas prisioneras por el ejército del bando nacional durante los tres años de contienda. Hubo 140.000 detenidos más durante la ofensiva final, según los partes del ejército. Rejas en la memoria es un nuevo documental de 85 minutos, producido por Sogecable y La Pirámide, que trata de rescatar una parte de la historia de los perdedores de la Guerra Civil. La vida en prisión de estos republicanos "no ha sido contada" al gran público, según Manuel Palacios (Madrid, 1961), el director del documental.
La primera mujer y la hija pequeña de Santiago Carrillo fueron enviadas al campo de concentración de Albatera, donde la pequeña enfermó de muerte
Ahora se cuenta, y además en primera persona. Pronto, la película muestra a un hombre mayor, de voz débil y abundante pelo blanco, que sitúa la acción: "Estamos en Miranda de Ebro", dice, sobre una vieja vía muerta de la estación que se ve detrás de él. Después señala fuera del plano, hacia su izquierda, y dice: "Allí estaba el campo de concentración". Sobre el plano de un muro de ladrillo envejecido con una puerta metálica, continúa: "Por aquí entré yo el 8 de diciembre de 1937". Una sobreimpresión en la pantalla identifica a quien habla. "Félix Padín. Detenido en 1937, 6 años en prisión, 3 meses en el campo de Miranda de Ebro". El de Padín es sólo el primero de una colección de testimonios llenos de rejas, barracones, sed, hambre, torturas y ejecuciones arbitrarias. Estremecedoras historias que hasta ahora, para el gran público, sólo eran creíbles en películas sobre la Alemania nazi o la Unión Soviética. No en Miranda de Ebro o en Albatera.
El documental cuenta entre sus 40 testimonios con la aportación de políticos desde la Guerra Civil hasta la transición (Santiago Carrillo, Marcelino Camacho, Alfonso Guerra) y una extensa nómina de historiadores. "Quería tener desde gente joven, como Javier Rodrigo, hasta consagrados, como Javier Tusell o Santos Juliá", explica el director. También hablan periodistas, como Iñaki Gabilondo, Juan Luis Cebrián o Luis María Anson.
El 5 de julio de 1937, un año después del alzamiento militar, la Secretaría de Guerra franquista emitió una orden titulada "Campos de concentración de prisioneros", con un texto que rezaba así: "En nombre de S. E. el Generalísimo de los Ejércitos Nacionales, y con carácter provisional como prisionero de guerra, se le concede el derecho al trabajo, por lo que serán trasladados inmediatamehte a los respectivos Campos de Concentración". Esta orden pone la primera piedra del sistema de campos para prisioneros, que durará 25 años, 23 de ellos en tiempo de paz.
Como explican algunos de los supervivientes, el delito por el que permanecieron detenidos, algunos durante más de una década después de la paz, era de "rebelión". Parte del ejército español se alzó contra el Gobierno legal de la II República en julio de 1936. Tres años después, aquellos que trataron de defenderlo tenían, tras su derrota, la paradójica consideración legal de ser culpables de rebelión precisamente contra otra rebelión.
"No hay constancia en ningún otro país de un proceso que haya durado tanto tiempo", asegura Nicolás Sánchez Albornoz en la película. Para Santos Juliá, el régimen de Franco tenía un "ansia exterminadora; había que liquidar, arramplar, destruir".
Santiago Carrillo añade que "había decisión de exterminar físicamente a dos generaciones de demócratas" por parte de Franco. "En cierta forma, lo consiguió". Para el veterano dirigente comunista Santiago Carrillo, la entrevista tiene una importancia personal. Carrillo explica a la cámara que su primera mujer y su hija pequeña fueron presas en el campo de concentración franquista de Albatera. "Allí, mi hija contrajo la enfermedad que acabó con ella". Juan Luis Cebrián calcula alrededor de 100.000 los muertos tras la guerra: "Más que todos los desaparecidos de todos los regímenes dictatoriales latinoamericanos juntos".
Palacios indica que en su planteamiento no cabía ninguna intención de equilibrar la película confrontando visiones republicanas y franquistas, identificables como de izquierdas o de derechas, sobre la historia de los campos de concentración. "Tenía claro que quería contar la historia de los vencidos, que es la que está sin contar", explica Palacios. "No quería reinventar lo que pasó". Palacios pertenece a la plantilla de Canal Plus desde que empezó, y ha realizado documentales y películas como La rosa de piedra, Picasso y sus mujeres o Lisboa, faca no coração. La película tiene previsto su estreno en salas el 5 de noviembre y Canal Plus ha programado su emisión el 17 de noviembre.
El "pacto de silencio" de la transición democrática
LA PELÍCULA DOCUMENTAL Rejas en la memoria, sobre los campos de concentración del régimen de Franco tras la Guerra Civil, distingue tres etapas en la historia. La primera, cuando los rebeldes republicanos fueron detenidos en masa y enviados a estos centros de detención. La segunda explica cómo hasta los años sesenta fueron utilizados como mano de obra en régimen de trabajos forzados para la reconstrucción del país. Grandes obras hidráulicas como el embalse de Entrepeñas (Guadalajara) o los canales del bajo Guadalquivir fueron realizadas con esta mano de obra.
El tercer periodo "analiza el pacto de silencio tras la dictadura", según explica Manuel Palacios, el director. Para ello invita a hablar en el documental a periodistas de la transición democrática (1975-1978)
como Iñaki Gabilondo, Juan Luis Cebrián o Luis María Anson. "Son testigos de la transición que explican por qué no se habló de ello [los abusos durante el franquismo]". Para Palacios, la divulgación de historias como ésta son "la gran asignatura pendiente de la democracia". En la película, Santiago Carrillo explica cómo la derecha gobernante renunció al poder para compartirlo en democracia, mientras el PCE, que él dirigía, renunció a exigir compensaciones por la represión y la restitución histórica de los vencidos.
Ha pasado el tiempo y algunos jóvenes necesitan conocer esas historias "antes de que los supervivientes se las lleven a la tumba", dice Palacios. "No hay que obsesionarse con el pasado", advierte, "pero sí conocerlo, para valorar esta convivencia pacífica en la democracia que tenemos, que en el mundo
en el que vivimos es un tesoro".
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