Cuba
Hace ya tiempo que el Partido Popular trabaja en defensa de los derechos humanos en Cuba. Decir, como afirma Cambio Cubano en carta a EL PAÍS de 11 de octubre, que somos "cancerberos de los planes de injerencia contra Cuba de la Administración Bush" es faltar a la verdad y servir de altavoz de la dictadura.
El PP apoya una transición pacífica a la democracia en Cuba y respalda a todos aquellos que desde la isla exigen de forma pacífica el reconocimiento de los derechos y libertades fundamentales. Recordemos que la posesión de una simple máquina de escribir o de una copia de la Declaración Universal de los Derechos Humanos son pruebas suficientes para que el dictador acuse, encarcele y torture a ciudadanos cubanos. Además, y nunca sobra recordarlo en un medio de comunicación, Reporteros Sin Fronteras lleva tiempo afirmando que "Cuba es la mayor cárcel del mundo para los periodistas".
El PP hace ya tiempo que discrepa civilizadamente con la Administración Bush sobre la política de embargo y defiende la validez de Proyecto Varela, que, a diferencia de lo afirmado en la carta de referencia, sí ha recibido el apoyo expreso de Madelaine Albraight y de John Kerry, quien en artículo firmado por él en el Miami Herald del 30 de junio manifiesta: "En Cuba debemos respaldar a Oswaldo Payá y a sus valientes colegas del Proyecto Varela". Decir lo contrario, como hace el portavoz de Menoyo, es cortar y pegar la prensa libre y practicar la propaganda castrista. Estos espontáneos defensores que le salen a Moratinos pueden hacerle un flaco favor al PSOE y a nuestra errabunda diplomacia. Éste no es un debate de izquierda o derecha, como pretende Castro; éste es un debate entre los que estamos dispuestos a mojarnos en defensa de los derechos humanos y los que, narcotizados por la nostalgia, prefieren contemplar sus violaciones sin asumir compromisos firmes y permanentes.
Finalmente, el ministro Moratinos ha decidido invitar a los disidentes cubanos a la fiesta nacional. El debate parlamentario impulsado por Grupo Popular en las últimas semanas así lo ha permitido. Nosotros entendemos que esa rectificación es un pequeño triunfo de la democracia española, o por lo menos así lo perciben nuestros amigos cubanos que carecen de la posibilidad de enfrentar sus posiciones de forma civilizada en la Asamblea del Pueblo.
Es justo reconocer al ministerio su acierto al rectificar y por ello nosotros nos alegramos de que, por lo menos, aunque sea sólo el 12 de octubre, algunos disidentes cubanos y las mujeres de los presos puedan disfrutar de unas horas de libertad en los jardines de la residencia de la Embajada de España.
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