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Tribuna:LA DEFENSORA DEL LECTOR
Tribuna
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Lenguaje conflictivo

Esta Defensora ha escrito en distintas ocasiones sobre el lenguaje utilizado por EL PAÍS en sus informaciones, y ha afirmado que, desde su punto de vista -que es también el de muchos lingüistas, ya que es un tema ampliamente analizado- el lenguaje nunca es inocente. Más bien suele estar cargado de connotaciones ideológicas de los distintos poderes sociales dominantes. Y en situaciones de guerras o conflictos el peligro es todavía mayor.

En su momento rechazó el uso, en la guerra de Irak, de eufemismos como "daños colaterales", "fuego amigo", "tropas aliadas" o "ciudades liberadas". Pero su durísima posguerra, con muertos y atentados diarios, hace que muchos lectores sigan cuestionando un lenguaje que consideran "contaminado".

Uno de los calificativos más criticados, al hablar de Irak, es el de "insurgentes" aplicado a todos los combatientes o víctimas. El último en quejarse ha sido Carlos Sancho, de Burgos, que critica el titular Tropas de EE UU matan un centenar de insurgentes en una gran ofensiva en Irak, publicado en portada el 2 de octubre. "El titular lo que hace es aceptar sin más la versión de las fuerzas norteamericanas. Es falso, pues no son un centenar de insurgentes, sino un centenar de seres humanos entre los que había niños mujeres y ancianos a los que difícilmente se puede calificar de insurgentes". En el mismo sentido se quejan Juan M. Ruiz Dodge y Manuel Sabín, de Madrid, y Julio Cabrera. "Utilizan una terminología cargada de ideología. Los combatientes son resistentes, están en su país y luchan contra un invasor", dice Sabín.

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El conflicto israelí-palestino es también una tradicional fuente de conflicto semántico. Son habituales las quejas de lectores que rechazan -generalmente según la simpatía por una u otra causa- los términos de resistentes, combatientes o terroristas, aplicados a los combatientes de uno u otro lado, y el de asesinatos o muertes a las víctimas mortales. Como afirmaba recientemente el Defensor del Lector de Le Monde, Robert Solé, al tratar semejantes quejas: "Los que se entregan a atentados suicidas son calificados de criminales por unos y de mártires por otros".

Un lector de Barcelona, Silvio Sember, insta a que tomemos medidas para introducir cambios en nuestro lenguaje informativo. "No sé si en su Libro de estilo hay alguna referencia a la terminología que se debe usar cuando se habla de ataques a fuerzas de seguridad que están protegiendo a civiles. En ocasiones el uso de ciertos términos distorsiona el contenido. Hay una clara muestra en el artículo Tres soldados israelíes mueren en el ataque a una colonia (página 8 de Internacional, 24-9-2004). Independientemente de nuestra opinión sobre la validez legal del asentamiento, estos soldados estaban haciendo una labor de protección de una población civil y fueron asesinados, no 'murieron' por causas fortuitas. Y los que les asesinaron no son activistas, son terroristas que buscan infundir el terror en la población civil, y así deben llamarse". El lector añade que hay también casos de intervención de las fuerzas israelíes que pueden y deben ser considerados como "actos terroristas" o "terrorismo de Estado". "Las destrucciones de casas palestinas por parte de soldados israelíes merecen, para mí, el mismo tratamiento: mediante el terror de la población se intenta conseguir minar las bases políticas de las organizaciones terroristas, y eso también debe ser considerado "terrorismo de Estado", o el asesinato con bomba lapa del dirigente de Hamás en Damasco".

No unificar

La redactora jefe de Internacional, Berna González Harbour, explica en una detallada respuesta los criterios lingüísticos en estos casos: "Dado que en Irak se han unido fuerzas muy diversas para combatir contra Estados Unidos, creo que hacemos bien al no generalizar ni unificar bajo un mismo término a todos. Quienes atentan contra una mezquita llena de civiles, contra los enviados de la ONU, contra niños en las calles o degüellan a periodistas o empleados extranjeros o iraquíes son terroristas, y así les hemos denominado. El grupo del jordano Al Zarqaui, los islamistas extranjeros llegados a Irak tras la ocupación para combatir al enemigo norteamericano están utilizando estos métodos terroristas, y como tales hay que denominarlos. La resistencia que se está gestando en la zona del triángulo suní, formada al parecer por antiguos baazistas, antiguos militares de Sadam Husein, defiende sus posiciones en ciudades como Faluya, Baquba o Samarra, frente a las tropas de Estados Unidos. Por ello sí solemos referirnos a ellos en términos globales como 'resistencia', 'insurgencia', cuando se trata de ataques a las fuerzas norteamericanas. No obstante, no hay nitidez, ni línea divisoria entre estos grupos, y por ello intentamos aplicar simplemente el sentido común a cada caso. Los que asesinan niños para un fin militar son terroristas. Los que defienden posiciones ante un Ejército extranjero son resistencia, en términos globales".

En cuanto al conflicto israelí-palestino, González Harbour señala: "Intentamos también aplicar la receta del sentido común. Atentar contra un restaurante lleno de civiles es claramente un acto terrorista, cometido por grupos que ya están catalogados como terroristas por la propia Unión Europea. Algunos lectores protestan porque decimos 'activistas palestinos' en lugar de 'terroristas palestinos'. Otros protestan por lo contrario, porque les llamamos 'terroristas' y no 'activistas'. Se pueden usar ambos términos, entre otras cosas, porque un redactor debe tener la capacidad de utilizar distintas palabras sin errar en una definición. Lo que siempre evitaremos es palabras con grandes connotaciones como 'martires' o 'inmolaciones'. ¿Asesinar, matar? Los dos términos también suscitan siempre protestas. Está claro que asesinar siempre es matar, pero no siempre matar es asesinar. Hay muertes no buscadas incluso en operaciones militares, y por tanto intentamos definir con la palabra adecuada cada ocasión. En este caso el sujeto, israelíes o palestinos, es lo de menos. Lo único importante es describir y poner nombre a la acción. ¿Terrorismo de Estado en el caso de Israel? Que juzguen los tribunales, los organismos internacionales. Nosotros, como periodistas, debemos describir".

Discriminación

Hay otro tipo de lenguaje, considerado vejatorio por algunos lectores, como Daniel Lines y Héctor Sánchez Montano, que consideran claramente "discriminatorio" el utilizado por Diego Torres en un despiece titulado El jorobado de oro -página 57 de Deportes, 29-8-2004-. El periodista describía allí el físico del futbolista argentino Carlos Tévez, con ocasión del partido Argentina-Paraguay, en el que la selección argentina consiguió, en Atenas, la medalla de oro olímpica. "Quisiera saber si el diario comparte esa opinión", añade Sánchez Montano.

Torres hacía una vívida descripción, física y sociológica, del jugador argentino, al que terminaba llamando "genio futbolístico". Descripción en la que, despues de titularle, El jorobado de oro, decía, entre otras cosas: "...con una espalda medio arqueada bajo el peso de los trapecios (...). Es moreno, mide 1,70, tiene una dentadura amenazante, las facciones torvas de una persona malévola y la cicatriz de una quemadura bajo la quijada derecha. ¿Qué podría anunciar un individuo que recuerda a Quasimodo?"

Torres, explica: "En la final olímpica Carlos Tévez confirmó su condición de héroe de una nueva Argentina. En la última década Argentina ha visto cómo se multiplican las multitudes marginadas, los barrios caídos en la pobreza más absoluta, y el hambre donde antes sobraba la comida. Al escribir de Tévez describí su aspecto físico con la intención de destacar la crudeza de su origen: él es el primer héroe deportivo que surge de ese país hambriento, de esos barrios olvidados. En un país, en un mundo y en un negocio (el fútbol) cada vez más preocupado por la estética, el hecho de ser poco agraciado físicamente es un hándicap que valoriza a Tévez como deportista. En un fútbol que promueve la belleza como si fuera elemento esencial en la carrera de los jugadores -Beckham es el paradigma- la aparición de Tévez tuvo un valor especial. Fue la constatación del triunfo de lo fundamental y así procuré reflejarlo en mi artículo. Nunca fue mi intención discriminar a Tévez. Más bien lo contrario".

La explicación de Torres, también argentino, enmarca sus intenciones mucho mejor que un texto informativo en el que las reiteradas alusiones a defectos físicos del jugador resultaban, como poco, chocantes. El Libro de estilo, al hablar de los "despieces", señala que se titularán con letra cursiva cuando sean de opinión, pero no si se trata de pura información. En este caso el titular iba en redonda.

Las crónicas de Deportes de este periódico tienen reconocida fama por su ágil y estupendo castellano ¿Se pasó el redactor en sus calificativos? Esta Defensora no lo tiene muy claro, pero decir de alguien que "tiene las facciones torvas de una persona malévola" es, al menos, cuestionable.

Los lectores pueden escribir a la Defensora del Lector por carta o correo electrónico (defensora@elpais.es), o telefonearla al número 91 337 78 36.

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