El nuevo Parlamento de Escocia se inaugura tras seis años de polémicas
El edificio "sin jerarquías" de Miralles y Tagliabue busca la fusión con el paisaje
La arquitecta Benedetta Tagliabue parece casi tan aliviada como contenta mientras pasea por el nuevo Parlamento de Escocia con un grupo de corresponsales extranjeros llegados desde Londres. Han pasado seis años desde que ella y su marido, Enric Miralles, empezaron un proyecto que ha vivido un sinfín de peripecias de todo tipo. Algunas trágicas, como la muerte de Miralles, en julio de 2000. Otras polémicas y enrevesadas, como los retrasos en las obras y el desvarío de un presupuesto que se multiplicó por diez.
Hoy el Parlamento de Holyrood ya está acabado, los diputados escoceses ya trabajan en él y la reina Isabel II lo inaugurará oficialmente este sábado, 9 de octubre. "Ha sido algo más que complejo. Espero no tener otra vez en la vida un proyecto tan complejo. Pero también ha sido una experiencia extraordinaria porque es un proyecto que era importantísimo para una nación y por eso ha levantado tanta polémica. Pero eso significa también que ha levantado un interés maravilloso", explica la arquitecta.
No es fácil describir un edificio que deliberadamente renuncia a tener una gran fachada porque busca, sobre todo, su fusión con el paisaje, y en el que nada ocupa un lugar central porque quiere huir de las jerarquías y convertirse en un lugar de encuentro entre la política y el pueblo. "Lo más importante es que la historia de Escocia y la tierra se unen en el mismo lugar", sostiene el presidente de la cámara, George Reid. "Si miramos al Royal Mile de Edimburgo estaremos contemplando 1.000 años de historia, pero, antes de eso, las montañas dieron forma a Escocia. Lo más hermoso que Enric Miralles ha conseguido con este edificio es fusionar la tierra con la herencia de la gente", añade.
"Hemos querido hacer lo que nos pedían: un edificio singular que representara a Escocia y la nueva política de Escocia de una manera evidente", explica Tagliabue. "La integración con el paisaje era algo muy importante. El simbolismo que buscábamos no era el de un poder que se impone, sino un poder que procede de la tierra misma. Lo hemos ligado muchísimo con su historia, identificando la historia como su tierra, que de alguna manera es lo más intenso que puedes encontrar en Escocia. La tierra es también lo que da sabor al whisky", ríe la arquitecta.
En estos años no ha tenido muchas ocasiones de reír esta mujer, que se encontró con 15 proyectos en marcha cuando Enric Miralles falleció víctima de un tumor cerebral. "Yo compartía el estudio con Enric y cuando murió quise llevar las cosas adelante como si él estuviera a mi lado. Siempre cuento el consejo que me dio Rafael Moneo, me dijo: 'Mira Benedetta, tú no tienes que pensar lo que quieres hacer. Ahora tienes cuatro o cinco años de trabajo para acabar los edificios que tenéis entre las manos. Tú hazlo y dentro de cuatro o cinco años sabrás más o menos hacia dónde quieres moverte con tus cosas'. Y ha sido bastante así. Una cosa poco a poco, sin plantearse nada, simplemente haciendo y mientras haces descubres lo que quieres. Ahora estamos acabando los edificios antiguos hechos con Enric, hay muchas cosas nuevas sobre la mesa y es el momento de renovar, hacer algo realmente nuestro, con el equipo de arquitectos que hemos seguido".
"Nos hemos fijado en algunos otros parlamentos, sobre todo parlamentos míticos como el de Chandigarh, de Le Corbusier, o el de Dacca, de Louis Kahn. Hemos intentado sobre todo reflexionar en torno a qué tipo de edificio puede representar este Parlamento. Ésa fue nuestra mayor preocupación cuando nos comparábamos. En muchos parlamentos la cámara es el centro y el resto trabaja a su alrededor. No queríamos algo así. Queríamos enseñar a la gente que esto era algo más amistoso, más relacionado con la naturaleza, que no se impusiera a los alrededores. Que la gente recibiera un sentimiento hogareño al venir aquí. Por eso la cámara no es el centro y, aunque es muy importante, es una pieza más del complejo", explica Benedetta Tagliabue, que lo mismo salta del inglés al castellano que del catalán al italiano.
No hay grandes innovaciones técnicas en Holyrood, concede. "Creo que lo original es el concepto. Desde el punto de vista de la tecnología hay una cosa fantástica y es que aquí en Escocia se puede hacer un edificio sin aire acondicionado porque utilizas el aire de fuera y es una ventilación más natural. Pero la innovación de verdad es el concepto: ¿cómo hacer convivir una arquitectura existente como la del viejo edificio de Queensberry, de hace más de tres siglos, con un edificio absolutamente contemporáneo y cómo esto puede convivir con la ciudad? Creo que esto es el reto más importante del edifico", concluye.
Un gasto más de 10 veces superior al presupuesto inicial
El nuevo Parlamento de Escocia se ha construido con tres años de retraso y ha costado 431 millones de libras (cerca de 650 millones de euros), casi 11 veces más de los 40 millones presupuestados al principio. Un informe de 267 páginas elaborado por lord Fraser, presentado el mes pasado, elude las responsabilidades personales y lo achaca más a los funcionarios que a los políticos. "Por suerte ese no era mi trabajo, es lord Fraser quien tiene que contestar", ríe y se escabulle Benedetta Tagliabue cuando le preguntan por las causas del desfase. "En edificios así hay mucha gente involucrada y es algo muy, muy complejo. También para mí fue algo especial entender qué complejo era todo. Al principio había una idea, pero no había cliente. El cliente llegó un año después. Poco a poco fueron descubriendo el espacio que realmente necesitaban, cómo necesitaban utilizarlo, el programa fue cambiando y creo que eso fue una parte importante de ello. Pero para conocer la respuesta hay que leer el informe de Fraser", recalca.
"Nunca perdí la fe de que a la gente de Escocia le encantaría y que sería algo muy importante para ellos, incluso a pesar de que había mucho criticismo. Por supuesto, si no ves el edificio, es lógico que lo haya. Pero ahora el edificio está aquí y pueden reaccionar ante él", concluye Benedetta Tagliabue.
"Creo que la disposición de la gente hacia el Parlamento ha cambiado, lo noto", sostiene George Reid, su presidente. "La gente ahora dice 'sí, ha habido escándalo, pero ahora hay que ir hacia delante'. Hemos tenido ya un extraordinario número de visitantes y les gusta. Ha habido un cambio de actitud. Hay que decir que la Casa de los Comunes [el Parlamento británico] tardó 33 años en acabarse. Hubo resoluciones para apartar a los arquitectos, ¡incluso para ahorcarles! Se superó el presupuesto, pero ésa es la historia de todos los grandes edificios que se han convertido en iconos históricos". "Quisiera recordar que el Gugenheim de Bilbao costó 100 millones de euros y fue muy criticado por eso; el Gobierno vasco ha informado este año que el Gugenheim ha generado un negocio de más de 1.000 millones de euros en el País Vasco", concluyó Reid.
Babelia
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