El factor transgresor
Con más de una década de vida sobre los escenarios, Mal de Ojo es uno de los grupos vascos que más años lleva vinculado al flamenco. Concretamente a la rumba, que es también la gran protagonista de su quinto disco, Mestijaia (Gaztelupeko Hotsak), un elepé editado hace meses que también incluye bailables cadencias latinas, estampas playeras y referencias a grupos como Derribos Arias.
Y "ahora que parece que es mestizo todo el mundo", como ironiza el cantante y compositor Adrian Pérez, ellos cierran el disco con Mestijaia, un tema que hace honor a la mezcla de idiomas y significados del palabro, en el que se unen maneras raperas, desarrollo rumbero y la contribución de bertsolaris.
La variedad de registros que abarca el álbum incluye tanto textos en castellano como en euskera, y ofrece anto la invitación al relajo como la vertiente festera de la rumba, un estilo que adoptaron desde el comienzo al considerarlo "algo transgresor en la sociedad de Euskadi". "Comenzó como un juego, como una propuesta transgresora y, en ciertos momentos, resuntó incluso violento a la hora de presentarla en un pueblo pequeño de Euskal Herria", recuerda el vocalista del grupo.
Echando la vista atrás, Mal de Ojo puede presumir de ser un conjunto que se ha curtido en el "circuito de bares" y que ya está suficientemente baqueteado tras diez años de autogestión. De la experiencia de este largo periodo extrajeron una clara conclusión: "La autogestión está muy bien, demuestras que no hace falta depender de las multinacionales, que ser independiente es posible", señala Adrian Pérez. "Pero quema, desgasta", concluye, feliz a la postre por haber encontrado en Euskadi una discográfica interesada en dar a conocer su propuesta musical.
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