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Columna
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Sin deuda

El Gobierno andaluz está muy satisfecho con los Presupuestos para 2005 que prevén 3.000 millones de euros en inversiones para Andalucía, es decir un 17,4%, y 500 millones más que en los últimos Presupuestos del Gobierno del PP. La oposición no está contenta porque una de las obligaciones de la oposición es no estar contenta y tratar de convencer a los ciudadanos de que quien gobierna lo hace mal, porque su deseo es hacerlo ella. Lo que no quiere decir que siempre tenga razón, de la misma manera que no hay que creer a pies juntillas que todo lo que hace el Gobierno está bien hecho. Y, sin embargo, en esta ocasión hay algo objetivo y son los números, esos 500 millones más de inversión para Andalucía que en los Presupuestos del Gobierno anterior; una asignación que hace interpretar, a quienes lo hacen desde la Junta de Andalucía, con verdadero optimismo las cuentas del Estado para 2005. Pero lo malo de lo objetivo, lo malo para la oposición en este caso, es que lo es, que las cifras cantan.

El ánimo del Gobierno andaluz se puede resumir en las palabras del presidente Chaves, que asegura que Andalucía entrará con esos Presupuestos y los de la Junta de Andalucía en una etapa inversora similar a la de la Expo 92, pero la oposición lo quiere bajar de la nube a la que seguro se ha vuelto a subir, tras comprobar como las cuentas traducen su grado de influencia en el Gobierno de Zapatero, y le echa en cara que los PGE no contemplen la deuda histórica, asunto éste que pone a toda la oposición en pie de guerra, la que defendió siempre la deuda histórica y la recién llegada a esa defensa. Es cierto que los Presupuestos del Gobierno de Zapatero han pasado de la deuda histórica, cuya asignación correspondiente en cada ejercicio está bien especificada en la Disposición Adicional Segunda del Estatuto de Autonomía, pero tan cierto es eso como que nadie puede asegurar, honradamente, que una partida asignada a la deuda histórica hubiera supuesto más dinero para Andalucía que la contemplada sin ella, en unos Presupuestos que desde Cataluña, por poner un ejemplo significativo, se interpretan como más generosos con Andalucía que con ninguna otra comunidad autónoma. Y es objetivo en este caso, los números cantan.

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