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Reportaje:

Gira americana del ministro de Defensa

Bono logró reunirse con los Jefes de Estado de Chile, Colombia y Venezuela

Cuando el ministro de Defensa, José Bono, salió de Madrid en un avión de la Fuerza Aérea Chilena, el pasado viernes 17 de septiembre, tenía en agenda una doble misión oficial a Chile y Colombia. Pero hubo una sorpresa. Antes de abandonar la capital chilena, Bono recibió una llamada urgente del flamante embajador español en Caracas, un amigo personal de la juventud. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez, le informó Raúl Morodo, se había enterado de que de regreso a Madrid, Bono tenía previsto hacer escala en el aeropuerto de Barquisimeto, en el estado de Lara, en el centro de Venezuela. Chávez quería un encuentro privado con Bono.

Bono, disciplinado, consultó desde Santiago con el ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, en Madrid. Ambos llegaron a la conclusión de que un traslado de Bono a Caracas para reunirse con Chávez podría dar lugar a interpretaciones torcidas. Bono habló con Morodo, quien a su vez le comunicó la decisión a Chávez, quien, insistió, estaba dispuesto a trasladarse al aeropuerto de Barquisimeto para recibir al ministro español. Bono ya no vio manera de negarse. Y, además, el personaje Chávez le tentaba.

La visita de Bono a Santiago, a invitación del presidente chileno, Ricardo Lagos, cayó como un rayo, pero no precisamente en cielo sereno. El sábado 18, el día de las fiestas patrias, Lagos tuvo el detalle de recibirle, junto con la ministra de Defensa, Michelle Bachelet, en su despacho del palacio de la Moneda. Bono captó algo evidente: la ministra Bachelet necesitaba ayuda, no podía decir algunas cosas en voz alta.

En una conferencia, en el ministerio de Defensa, la antigua sede de la dictadura de Pinochet, Bono explicó que en un país democrático las Fuerzas Armadas "obedecen al que manda, es decir, a las autoridades constitucionales". En la sala, abarrotada de militares, se mascaba tensión. La ministra Bachelet sonreía. Bono le había echado una mano. La misma que el jueves 16, ya en Bogotá, le echó al presidente colombiano Alvaro Uribe, al expresar apoyo de España a su política antiterrorista contra terroristas y narcotraficantes.

Pero faltaba la guinda. En Barquisimeto, en la tarde del jueves 16, un helicóptero militar venezolano ya llevaba tiempo esperando. Estaban el embajador Morodo y el ministro de Defensa venezolano, Jorge Luis García Carneiro, el hombre que desactivó el golpe de Estado de abril de 2002. Pero Chávez, no. Morodo explicó que el presidente le esperaba en una casa en las verdes montañas selváticas, a pocos minutos, seis exactos, de helicóptero. Allí, Chávez acudía al séptimo cumpleaños de su hija pequeña Rosinés. El presidente recibió a Chávez y se enfrascó en una conversación de una hora. Chávez está convencido de que es el momento de reactivar las relaciones con España, una vez que Aznar, según dijo, se "ha evaporado como polvo cósmico". El presidente Chávez quiere lanchas, telemática y colaboración en seguridad. Y cuando Chávez la sigue, la consigue.

Por dinero, no quedará. Con referéndum ganado, el petróleo que ya extrae y el que está por aflorar, hay Chávez para rato.

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El presidente venezolano Hugo Chávez recibe al ministro de Defensa, José Bono.
El presidente venezolano Hugo Chávez recibe al ministro de Defensa, José Bono.MINISTERIO DE INFORMACIÓN DE VENEZUELA

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