Turquía salva el último escollo para abrir las negociaciones de ingreso en la UE
"Ya no hay más obstáculos sobre la mesa", asegura el comisario de la Ampliación
El primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, superó ayer con éxito la dura prueba que le esperaba en Bruselas para garantizar que no habrá ningún parón ni marcha atrás en las reformas legales exigidas por la UE para abrir las negociaciones de adhesión con Ankara. De paso, Bruselas respiró tranquila al alejarse una temida crisis con Turquía de imprevisibles consecuencias. "Ya hemos cumplido" y "no hay ningún motivo para que no se nos dé el sí", afirmó orgulloso Erdogan. "Ya no hay más obstáculos sobre la mesa", aseguró el comisario de la Ampliación, Gunter Verheugen.
El camino para que la Comisión Europea recomiende el 6 de octubre la apertura de negociaciones quedó expedito, aunque el informe pueda incluir muchas cláusulas de prevención y vigilancia. Erdogan prometió a Verheugen que el Parlamento turco celebrará el domingo una sesión extraordinaria para tramitar el nuevo Código Penal, cuyo debate quedó interrumpido la semana pasada a la vez que dirigentes del Gobierno insinuaban que al proyecto se añadiría el delito de adulterio castigado con pena de prisión. Bruselas había reaccionado a semejante actitud de las autoridades turcas aclarando que la aprobación del Código, y por supuesto sin ese añadido sobre el adulterio, era una condición insalvable para que la Comisión pueda apostar por la apertura de negociaciones.
Tras la entrevista de Erdogan y Verheugen, ambos aparecieron exultantes antes los periodistas. "Hemos hecho todos nuestros deberes. Hemos cumplido íntegramente nuestras obligaciones", declaró el primer ministro turco. El comisario de la Ampliación agregó: "Turquía ya no tiene ninguna otra condición adicional que cumplir antes de que la Comisión haga su recomendación. Ya he recibido de mi amigo Erdogan las garantías que me permitirán hacer una recomendación muy clara".
"Reformas revolucionarias"
Por la tarde, y tras reunirse con los líderes del Parlamento Europeo, Erdogan destacó que Turquía ha hecho "reformas revolucionarias" y que, en el terreno de las iniciativas legales, ya cumple "totalmente" los requisitos políticos exigidos por la UE. "Estamos ya en la fase de aplicación", porque ahora, una vez aprobadas las leyes, "se necesita un cambio de mentalidad y eso no será tan rápido como el cambio de leyes". Es justamente el punto débil en el que la UE hace más hincapié: las reformas están hechas, pero pocas son asumidas en las calles.
Sin embargo, no son las condiciones políticas o económicas las que se mencionan en el creciente debate abierto en Europa sobre la candidatura de Turquía, sino más bien las diferencias culturales y religiosas con un país de 70 millones de musulmanes llamado a ser el más poblado de la UE. Erdogan, con la bandera turca en su solapa, respondió así a una pregunta al respecto: "La religión es distinta. Es cierto. Somos musulmanes en un 95%. En la UE, la mayoría es cristiana. Ahora bien, dentro de la UE hay un valor: el carácter multicultural. Y la UE no es una organización cristiana", sino un área "que agrupa distintas civilizaciones que se reunirían en una".
Su anfitrión en ese momento, el presidente del Parlamento Europeo, José Borrell, acudió de inmediato al quite: "En ningún caso la UE es un club cristiano. No se puede plantear el debate en términos de confrontación entre creencias religiosas".
Erdogan, no obstante, dejó algunas dudas en el aire, al menos ante los periodistas. Explicó que el Código Penal es una de las cinco leyes de un paquete global que va a ser votado en el Parlamento turco "lo más rápidamente posible". Tras asegurar que en ese paquete nunca ha estado incluida la referencia al adulterio, fue preguntado si su partido (el de la Justicia y el Desarrollo, de tendencia islamista moderada) planteará o no la cuestión en el futuro. "Ese artículo no estaba en el proyecto de ley y no tengo nada que añadir", respondió secamente.
Borrell reconoció ante Erdogan que, en la reunión de éste con los líderes de la Eurocámara, quedó claro que "no todos, obviamente, están a favor del inicio de negociaciones". El presidente de la Eurocámara recordó que el voto de los eurodiputados será decisivo en su momento para la adhesión final de Turquía "si ésta llega a plantearse". Las negociaciones, si se inician el año que viene, durarán como mínimo 10 años, y será entonces cuando el Parlamento y los líderes europeos tengan la última palabra.
Entretanto, el debate sobre Turquía se agria día a día. Desde París, el partido del presidente Jacques Chirac, la UMP, aseguró ayer que las negativas consecuencias del sí a las negociaciones con Turquía incluirán el rechazo a la Constitución europea. También el primer ministro francés, Jean-Pierre Raffarin, se muestra muy reticente, mientras Chirac ha apoyado en varias ocasiones la candidatura de Ankara.
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