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Una enfermedad sin causa conocida ni tratamiento definitivo

El Alzheimer de momento no tiene cura, pero existen medicamentos que pueden ayudar a frenar sus síntomas. Estos fármacos tienen dos acciones: unos impiden que se destruya la acetilcolina, una molécula que actúa como neurotransmisor, explicó ayer Pablo Martínez, de la unidad de Neuroepidemiología del Instituto de la Salud Carlos III durante un seminario organizado por el Ministerio de Sanidad, el de Trabajo y el laboratorio MSD.

Otros bloquean un receptor neuronal, con lo que se evita que células enfermas bombardeen a otras vecinas con señales, lo que puede llegar a destruirlas, añade José Masdeu, director del área de Neurología del Centro de Investigación Médica Aplicada de la Universidad de Navarra. "En cualquier caso se trata de pequeños parches que no actúan contra las causas de la enfermedad, sino que alivian sus manifestaciones como pérdida de memoria o trastornos de conducta", apuntan los expertos.

La primera razón por la que no se puede intervenir en el origen del Alzheimer es que la causa no se conoce, apunta Marcelo Berthier, coordinador de estudios de la Sociedad Española de Neurología. "Menos del 4% es genético", explica. Pero los medicamentos permiten "mejorar o ralentizar el proceso entre uno y cuatro años, que es un efecto importante" porque la esperanza de vida media desde que se diagnostica la enfermedad es de unos ocho años, según el geriatra del hospital Clínico de Málaga, Carlos de Linares.

Otros fármacos que parece que tienen un efecto protector son las estatinas contra el colesterol, los antiinflamatorios que toman muchas personas con artritis o los estrógenos que se dan a las mujeres postmenopáusicas. Pero esta acción beneficiosa se ha descubierto después de estudiar las diferencias entre grupos de población que sí han desarrollado el Alzheimer y los que no, y nunca se ha conseguido repetirla en ensayos, indica Martínez. Otros productos, como la vitamina E, no parecen tener el efecto beneficioso que se les ha atribuido, añade Masdeu.

Aunque no se conocen las causas del Alzheimer, sí se sabe su manifestación fisiológica: aparecen placas en el cerebro de una proteína -la beta-amiloide- y ovillos en las neuronas de otra proteína -la llamada tau-. Estas dos moléculas son, por lógica, los primeros marcadores que pueden servir para detectar si una persona está en riesgo de desarrollar Alzheimer, apunta Martínez.

Los científicos coinciden en que el abordaje más prometedor para curar la enfermedad ha sido una vacuna. Un ensayo realizado en Suiza con 350 voluntarios pareció demostrar que si se inyectaba una forma de proteína amiloide, el organismo desarrolla anticuerpos contra ella.

El ensayo había demostrado su eficacia con ratones transgénicos, pero cuando se probó en humanos apareció un efecto adverso muy grave: una encefalitis que acabó con la vida de hasta tres personas. "Esto quiere decir que la vacuna puede ser eficaz, y que hay que buscar anticuerpos más específicos que no produzcan esta inflamación", afirma Masdeu.

Mientras se consigue un tratamiento hay pautas de prevención. "Son las mismas que en las enfermedades cardiovasculares: hacer ejercicio físico y mental, llevar una dieta sana, tener cuidado con el colesterol y la hipertensión", afirman los expertos.

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