La pugna de Marchena con Raúl
Señoría, ¿era penalti?
¿Un penalti mal pitado? A los tribunales. ¿Una falta que no era? Al juzgado. Esos hombres de negro que son blanco perfecto, y algunos de forma continua, de insultos, pitadas y otras evidencias de un público acalorado disconforme con alguna de sus decisiones, se las pueden empezar a ver con jueces y fiscales. Que sus tarjetas o expulsiones, sus minutos añadidos o sus suspensiones se discutan en el más noble salón de la federación de fútbol quedaría como una suave regañina comparado con el estrado de una oficina judicial.