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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Putin ante el dilema: Estado policial o democratización

Pilar Bonet

¿Deslizarse más hacia el Estado policial y reproducir el complejo de asedio de la desaparecida Unión Soviética o abrir las compuertas de la democratización? Tras el secuestro en Beslán, éste es el dilema que nacionalistas y liberales plantean al presidente ruso Vladímir Putin para que muestre liderazgo y dé directrices claras en un sentido u otro.

Las palabras de Putin sobre la hostilidad internacional contra Rusia y sus reticencias a una investigación pública independiente, contentan hoy más a los partidarios de un régimen autoritario que a los de una sociedad civil y una modernización profunda. Pero hay síntomas inquietantes para todos. El progresivo aislamiento del líder y su ausencia de los actos colectivos de solidaridad (los funerales en Beslán y el mitin en Moscú), alimentan la imagen de un presidente desorientado, que, de nuevo, no sabe reaccionar cuando la desgracia se cierne sobre sus conciudadanos.

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"¿Cómo iba a arrastrarlo sobre los cuerpos?"

En 2000, cuando se hundió el submarino Kursk, Putin compareció ante los familiares de las víctimas. Fue una dura prueba que no ha repetido ni tras el secuestro del teatro de Dubrovka, en 2002, ni ahora, cuando se limitó a un fugaz viaje nocturno a Beslán. En vez de asistir al mitin en la Plaza Roja, Putin prefirió aparecer sólo en una iglesia y recibir a un grupo de comentaristas extranjeros.

El tono de los representantes rusos estos días se desvía de la política de alianza con Occidente que Putin practicó tras el 11 de septiembre de 2001. Los sectores que entienden el patriotismo como un desafío militar al mundo se han activado. El comentarista Mijaíl Leóntiev propugna "el reforzamiento del autoritarismo" como única alternativa y "rápidamente" y acusa a EE UU y a sus aliados de influir sobre el terrorismo internacional para que financie la "desestabilización de Rusia, que como en el pasado supone una amenaza para ellos [para EE UU]". Según Putin, el terrorismo internacional es instrumento de fuerzas que se sienten amenazadas por Rusia como potencia nuclear.

El potencial nuclear de Rusia "se creó contra Occidente y contra EE UU", puntualiza el liberal Pavel Felgengauer. "¿Se refería el presidente a EE UU, a los japoneses, a los chinos, a la Unión Europea o a la OTAN?", pregunta el comentarista, según el cual el reforzamiento de la lucha contra el terrorismo supondrá la vuelta del régimen del empadronamiento restringido de la época soviética "para regocijo de todos los policías corruptos".

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Después de Beslán, Putin, como si cayera en la cuenta, reconoció la corrupción en los órganos del orden público y los tribunales, pero el caso es que el presidente lleva en el poder cinco años y que en 2003 lanzó una sonada campaña para librar al Ministerio de Interior de "los hombres lobos con galones". En el atentado de Beslán han participado un ex policía y tres personas antes detenidos. Según el diario gubernamental Rossískaya Gazeta, dos de ellas "deberían haber estado en la cárcel" y una tercera fue liberada no se sabe cómo.

La tentación de desentenderse y decir "que se arregle Putin" o "Putin responde de esto" es peligrosa, según el politólogo Glev Pavlovski, porque la sociedad rusa, que vive hoy una situación de "vacío, postración y misteriosa inactividad", afrontará un "triste futuro", si "no es capaz de formar un interlocutor, una autoridad, una instancia, que desde el punto de vista de los ciudadanos, tenga el derecho de preguntar y de valorar". Pavlovski, como Vladímir Rizhkov, uno de los pocos diputados independientes del Parlamento estatal, aboga por una investigación pública de los sucesos de Beslán.

También Gueorgui Satárov, antiguo ayudante de Borís Yeltsin, exhorta a asumir responsabilidades. Los rusos, dice, "se tragan las mentiras" de los dirigentes porque "porque permiten pensar que no nos va tan mal como nos parece". Putin ha dicho que una investigación independiente podría acabar en un "show". "¿Acaso el cobarde viaje nocturno a Beslán no fue un show? ¿y el mitin de Moscú... no fue un show? ¿Y toda esta presidencia no fue un puro show?", se preguntaba Satárov. No todas las señales son negativas. El comentarista Vladímir Kondratiev insinuó que en la administración presidencial se debaten "medidas de cierta liberalización de la vida política", según Nezavísimaya Gazeta.

La restricción de las libertades y la manipulación informativa priva a Putin de apoyos y de medios de detección de los problemas. Tras la desarticulación de los liberales, algunos temen que la única alternativa al presidente sea el nacionalismo fascistoide. Anteanoche, cinco restaurantes pertenecientes a armenios y azerbaiyanos fueron incendiados en Yekaterinburg. La xenofobia es una de las hipótesis de la investigación.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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