Atxaga afirma que le interesa explorar el viaje desde la inocencia hasta la violencia
El escritor presenta 'El hijo del acordeonista' en una conversación con Iñaki Gabilondo
Recuerdos, sonrisas y hasta viejas canciones vascas tarareadas a dúo en un escenario en sombra con Iñaki Gabilondo. Bernardo Atxaga (Asteausu, Guipúzcoa, 1951) presentó ayer en el Círculo de Bellas Artes su nueva novela, El hijo del acordeonista (Alfaguara), un viaje desde Obaba, mítico territorio creado en Obabakoak (1988), hasta la dorada California. La novela comienza en 1957 y narra 42 años de la vida de David, su protagonista, y del pueblo vasco y el surgimiento de ETA. Gabilondo y Atxaga coincidieron en definirla como "la historia del nacimiento de una juventud hacia la violencia".
"Si tuviera que elegir una idea, sería la de transformación", definió su novela el escritor de Asteasu. "Desde siempre me ha importado el hecho del cambio en aquello que conozco", recordó Atxaga, "el chico que transportaba manzanas y que con el paso del tiempo empezó a hablar de Mao Ze Dong".
Experiencias como ésas, que ilustran la pérdida de la inocencia en Obaba, ayudaron a Atxaga a imaginar a David y Joseba, los dos amigos cuya historia teje la novela.
"Es un autor mágico y su libro es mágico, así como su relación con la literatura y la vida", había dicho Juan Cruz antes de abrir el diálogo.
El público comenzó a hacer una larga fila frente a la sala Fernando de Rojas del Círculo de Bellas Artes media hora antes de la cita planeada para las 20.00. Y cuando se apagaron las luces, en la platea se encontraban, entre otros, el escritor Juan José Millás, el rector de la Universidad Autónoma de Madrid, Ángel Gabilondo, y Montxo Armendáriz, el director de Obaba, que no paró de hablar a la entrada con Javier Aguirresarobe, el flamante Premio Nacional de Cine.
El amor, la memoria, la nostalgia y la amistad se encuentran en el eje de este nuevo libro del autor de El hombre solo.
El hijo del acordeonista sigue las pistas de David, un joven que descubre que su padre (el acordeonista del título) estuvo entre los fascistas que durante la Guerra Civil participaron en los fusilamientos de nueve vecinos de Obaba, el paraje mítico creado por Atxaga.
El escritor guipuzcoano ha tardado siete años en escribir la novela y siete meses en traducir al castellano el original escrito en euskera, traducción que firma a medias con su esposa, Asun Garikano, que también asistió a la presentación anoche. Expresiones y frases en euskera perviven, sin embargo, en la versión española: "Quise usar el lenguaje como paisaje", comentó el autor.
De "lírica y bella" calificó Gabilondo una novela de la que se enamoró en "apenas una semana", la que tardó en leerla durante sus recientes vacaciones. "Un juego de secretos que se van desvelando" dará paso a la transformación de los amigos que protagonizan la historia, dijo Gabilondo: el paso de un mundo bucólico a un ambiente de conflicto y violencia. "Puedo dar fe de que las cosas sucedieron con esa sencillez", afirmó Atxaga al abordar el tema del surgimiento de ETA. Y agregó: "Cuando las cosas están sucediendo, no hay clarividencia. No me preocupaba tanto el caso de ETA sino indagar en cómo se rompe la base de la ética, eso que manda no matar, ese eje que soporta la vida humana", definió. "Mi convicción es que se rompe prácticamente sin que los sujetos se den cuenta".
El sentido de la ceremonia es otro de los temas del libro. Un concepto que Atxaga confesó haber comprendido cabalmente en una cabalgata de Reyes: "Fui con una de mis hijas a que le diera un beso a uno de los Reyes, y escuché que Melchor preguntaba: '¿Ésta niña está empadronada en este pueblo?". Entonces, dijo, comprendió el verdadero valor de las ceremonias, y tuvo "la voluntad de escribir un libro que fuera una ceremonia donde se enterrara un mundo con todas sus consecuencias".
"¿Cómo queda lo que queda?", preguntó Gabilondo. La respuesta llegó con una comparación y un concepto clave, el de legitimidad: "El Che Guevara ha sido muy popular porque muchos pensaban, muchos intelectuales incluso, que tenía legitimiad. Esta no es para nada la situación de ETA. Al perder la legitimidad se pierde la poesía, la razón para todo, y lo que queda sobrevive por la mera inercia, por la fuerza acumulada".
Babelia
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