Desaceleración

Al igual que el conjunto de la economía mundial, la española ha reducido su ritmo de crecimiento en el segundo trimestre. Lo ha hecho muy ligeramente, hasta el 2,6% sobre el mismo periodo del año anterior, frente al 2,7% del primer trimestre. La desaceleración de la construcción y del gasto en consumo de las familias -los dos componentes en los que desde hace años se ha basado la tracción de la economía nacional-, junto al más significativo drenaje ejercido por el sector exterior, que resta 1,3 puntos, son los principales responsables. El crecimiento de las exportaciones es muy inferior al de las importaciones, al tiempo que los ingresos por turismo no amortiguan como en el pasado ese desequilibrio comercial.

A esos indicadores se suman presagios no muy alentadores. El incremento de los precios del petróleo no está favoreciendo la recuperación europea, muy condicionada por la propia demanda de las principales locomotoras -EE UU y Asia-, también algo más débiles en los últimos meses. Que esa moderación sea meramente circunstancial es crucial para que no sólo se alcance el objetivo del Gobierno para 2004, del 2,8%, sino también para consolidar la modificación de su patrón de crecimiento.

La señal más favorable en esa dirección es el crecimiento en la inversión en bienes de equipo (del 4% en el segundo trimestre), desplazada durante años de la formación bruta de capital por la intensidad de la construcción. Al debilitamiento de ésta y del turismo en agosto se atribuye el mal dato último de paro. El aumento en 13.217 personas, además de quebrar la senda de seis descensos consecutivos en ese desequilibrio, convierte a ese mes en el peor agosto desde 1984.

Al margen de estas señales, los factores impulsores de nuestra economía en estos años dan síntomas de agotamiento. La complicidad de unas condiciones financieras excepcionalmente laxas no dispondrán de ese efecto dinamizador que tuvieron antes. Ahora, además de unas perspectivas internacionales mas inciertas, las familias serán cada día más conscientes de los límites que ejerce su endeudamiento, también en niveles sin precedentes.

El fortalecimiento de la confianza de los agentes para un nuevo patrón de crecimiento no depende sólo del Gobierno, pero éste cuenta ahora con una buena ocasión en la elaboración de los próximos Presupuestos.