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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Rentable continuación

Hace poco más de un año, una modesta película de terror japonesa, La maldición, hecha sobre la exitosa estela de la fructífera The ring (no en vano el productor es el mismo en ambas, Taka Ichise), provocó tan sustanciales ganancias que sólo seis meses después de su estreno ya estaba en marcha su secuela, ésta que ahora se estrena entre nosotros. Y como ocurría también con The ring, su éxito ha sido tan clamoroso que en este momento se está gestando ya la versión americana del asunto: no negará el lector que celeridad no es lo que falta en toda la operación.

¿Puede esperarse algún elemento de novedad en una secuela rodada con tanta precipitación? La respuesta es negativa, claro está: de lo que se trata, y aquí con un desparpajo que se parece mucho a la tomadura de pelo, es de repetir los aciertos de la primera versión, de forma que ya tenemos aquí otra vez al pálido niño muerto que se aparece cuando menos se lo espera (véase la primera secuencia del filme), a la mujer de los largos cabellos que repta por las paredes, a las aisladas, propicias víctimas de las andanzas de ambos literalmente paralizadas por el miedo.

LA MALDICIÓN 2

Dirección: Takashi Shimizu. Intérpretes: Noriko Sakai, Chiharu Niyama, Kei Horie, Yui Ichikawa, Shingo Kutsuramaya, Takako Fuji. Género: terror. Japón, 2003. Duración: 95 minutos.

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Lo que puede hacer de La maldición 2 una película de éxito, pues, estaba ya en la primera versión, y cómo: baste con decir que hay situaciones literalmente calcadas de aquélla. Enganchará sin duda a los amantes del género porque su modestia de producción corre pareja, como ocurría con la primera parte, con la potencia de sus mecanismos de creación de horror. Pero desconcertará a quien tenga algo de memoria y se pregunte por qué los guionistas son tan incapaces de imaginar alguna situación verdaderamente nueva para esta desmayada, rutinaria función.

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