_
_
_
_

Art Spiegelman exorciza sus traumas del 11-S en un cómic crítico con Bush

El autor de 'Maus' regresa a la narración en viñetas y publica 'Sin la sombra de las Torres'

El 11 de septiembre de 2001, Art Spiegelman, vecino del Bajo Manhattan, decidió regresar al lenguaje de los cómics tras una década concentrado en la ilustración y el diseño. La visión del horror y la observación de las consecuencias de los atentados le llevaron a realizar Sin la sombra de las Torres, un conjunto de 10 planchas de alto voltaje tragicómico, un canto de amor a Nueva York y un grito de indignación ante la política seguida desde entonces por Estados Unidos. "Le da tanto miedo Al Qaeda como su propio Gobierno", escribe en una de las páginas. El álbum (editado por Norma en castellano y en catalán) se publicó el pasado 27 de agosto en todo el mundo.

"Desgraciadamente, mi musa debe ser bastante grotesca", ironiza Spiegelman (Estocolmo, 1948) en una reciente entrevista en The New York Times. Autor de Maus, una novela gráfica sobre la historia de sus padres, supervivientes de los campos nazis, con la que ganó un Premio Pulitzer en 1992 y que supuso un punto y aparte en el lenguaje del cómic, en Sin la sombra de las Torres Spiegelman ha vuelto a autorrepresentarse en un hombre que lleva una vida normal con su mujer y sus hijos y que, de un día para otro, presencia unos hechos que le hacen tomar conciencia de lo efímero de la existencia.

"Antes del 11-S, los traumas que tenía eran más o menos autoinfligidos, pero superar la nube tóxica que minutos antes había sido la torre norte del World Trade Center me dejó balanceándome en la delgada línea en la que la historia universal confluye con la historia personal; la intersección de la que mis padres, supervivientes de Auschwitz, me habían alertado cuando me enseñaron a estar siempre listo para escapar", escribe en la introducción del libro. Y, más adelante, en el momento en que se da cuenta de que está más arraigado en su ciudad de lo que había pensado en tanto que tópico ciudadano del mundo, afirma: "Ahora entiendo por qué algunos judíos se quedaron en Berlín después de la noche de los cristales rotos".

Spiegelman se muestra muy crítico con la ola de patriotismo que recorrió su país tras los atentados. Así, escribe que la invasión de banderas en el espacio público le recordó "los ajos que se ponían en las puertas para ahuyentar a los vampiros". En una viñeta se muestra a sí mismo escondiéndose bajo las barras y las estrellas y pensando: "Debería sentirme más a salvo aquí debajo pero... joder, no veo nada".

El tono grotesco de la descripción de la paranoia colectiva, el exorcismo de los fantasmas del 11-S por la vía de la exageración y el humor se amarga cuando habla de un país dividido y del Gobierno de Bush -"el Gobierno que no elegí"- y de su decisión de ir a la guerra en Irak. Spiegelman reprocha en el prólogo que ningún gran medio de comunicación estadounidense quiso publicar las planchas en su momento, ni The New Yorker, revista para la que había trabajado con regularidad a lo largo de los años noventa. Las planchas de Sin la sombra de las Torres se fueron publicando primero en el diario alemán Die Zeit y, en Estados Unidos, aparecieron en la revista de temas judíos Forward.

Sin la sombra de las Torres contiene un amplio espectro de estilos y referencias y cada plancha está compuesta a modo de collage. Spiegelman se ha basado en las primeras historietas aparecidas en la prensa de EE UU.

Fragmento de una página de <i>Sin la sombra de las Torres,</i> de Art Spiegelman.
Fragmento de una página de Sin la sombra de las Torres, de Art Spiegelman.

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_