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Pujol sostiene que el debate sobre la reforma del Estatut es "confuso"

El ex presidente afirma que el mestizaje sería "el fin de Cataluña"

Enric Company

La reforma del Estatut impulsada por el Gobierno de Pasqual Maragall "está mal planteada" y por eso está dando pie a un debate "confuso" en el que se corre el riesgo de equivocar los objetivos, a juicio del ex presidente Jordi Pujol. Entre los riesgos, uno muy claro, el de caer en un nominalismo: si Cataluña tiene que llamarse nación o comunidad nacional, u otra cosa. Pujol agregó que no hay duda de que el nombre es nación, pero ayer advirtió que el meollo del asunto no es el nombre, sino "las competencias y la financiación".

Ante las 200 personas que acudieron a escucharle en la Universitat Catalana d'Estiu que se celebra en Prada de Conflent (Francia), Pujol sostuvo que la reforma del Estatut está lastrada por un "vicio de origen: el de obedecer a motivos tácticos". En su opinión, la reforma fue planteada en la anterior legislatura autonómica por los partidos que entonces estaban en la oposición y ahora están en el Gobierno de la Generalitat "como un instrumento de desgaste" del Ejecutivo de Convergència i Unió (CiU), que presidía el propio Pujol y contaba con el apoyo parlamentario del PP.

Estos partidos, Partit dels Socialistes, Esquerra Republicana e Iniciativa Verds (ICV), creían en 2003 -agregó Pujol- que el PP iba a ganar de nuevo las elecciones en España, que rechazaría la reforma del Estatut y que eso pondría en aprietos a CiU. Pero lo que sucedió fue que el PP perdió las elecciones y ahora el Gobierno de Rodríguez Zapatero está comprometido a sacar adelante de verdad lo que inicialmente se concibió como una forma de dar más "barniz catalanista" a la oposición socialista en Cataluña. Pujol pasó por alto que en octubre de 2002, CiU se sumó solemnemente al coro de los partidos que proponían la reforma estatutaria, y que intentó superarles hablando no ya de reforma, sino de "nuevo" Estatuto.

Todo esto ha llevado a que el debate político sobre la reforma del Estatut esté dominado, a juicio de Pujol, por "una gran confusión". El fondo del asunto es, en su opinión, que Cataluña necesita más poder político, y eso debe resolverse ahora con más competencias y mejor financiación. Lo que se necesita es, precisó, la Administración única, competencias en materia de inmigración, más funciones para el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, el traspaso de los servicios de cercanías de Renfe, la gestión de los aeropuertos, etcétera.

Sin embargo, Pujol confundió aún más a los asistentes cuando afirmó que "todo esto podría conseguirse con el actual Estatut si hubiera una voluntad política que no hay" en el Gobierno español, y cuando recordó que él ha sido siempre partidario de la "negociación bilateral" entre los gobiernos de la Generalitat y de España. Reconoció que el presidente Maragall ha estado bien al rechazar la homogeneización autonómica, que "ni responde a la realidad ni es justa". Pero el riesgo existe, y Pujol dijo que la igualación total de competencias y de financiación "no puede aceptarse". "La diferencia no significa privilegio", aceptó, "pero si se habla de discriminación, lo cierto es que en muchas cosas los discriminados somos nosotros".

Relajado, bromista e incluso alegre, Pujol desgranó no obstante una visión agónica de Cataluña en el resto de su conferencia. "Aceptar el mestizaje que algunos nos proponen sería el final de Cataluña", afirmó. Lo que define a los catalanes como tales es el "sentimiento de pertenencia", dijo haciendo suya la definición del historiador Jaume Vicens Vives, pero acto seguido sostuvo que a menudo flaquea en muchos catalanes la "voluntad de ser". El pueblo catalán tiene muchas veces "más ambición que fuerza" para conseguir sus propósitos, y muchas veces es víctima de un exceso de criticismo: "El autoodio es suicida", sentenció.

Algunas de estas afirmaciones fueron criticadas ayer mismo. El diputado de ICV Joan Herrera señaló que el mestizaje es positivo para la Cataluña actual.

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