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Schröder admite retoques al recorte social para frenar el descontento

El canciller interrumpe sus vacaciones y analiza la reforma del paro

Vuelta al curso para apagar incendios: el canciller alemán, Gerhard Schröder, convocó ayer de urgencia una reunión gubernamental para hacer frente a la creciente indignación ciudadana por la próxima reforma del régimen de desempleo. Portavoces del Gobierno hablaron de una rutinaria "conversación veraniega", aunque admitieron que los ministros de Economía y Finanzas habían tenido que interrumpir sus vacaciones.

Portavoces del Gobierno hablaron de una rutinaria "conversación veraniega", aunque admitieron que los ministros de Economía y Finanzas habían tenido que interrumpir sus vacaciones. Gerhard Schröder, por lo visto, teme que las protestas sigan creciendo como la espuma. En la agenda del encuentro, en la que también participaron otros líderes de la coalición Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes, había un solo tema: la puesta en marcha de Hartz IV, como en Alemania se conoce la reforma del régimen de desempleo, en alusión a un plan en su día presentado por Peter Hartz, jefe de personal de Volkswagen. La reestructuración entrará en vigor el 1 de enero de 2005 y afectará directamente a cerca de tres millones de personas.

De regreso de sus vacaciones en el Adriático italiano, y a punto de irse a Rumania y Hungría, Schröder se proponía calmar los ánimos, según adelantó su portavoz, Béla Anda. El papel del malo de la película corresponde al ministro de Economía, Wolfgang Clement, que en días pasados ha rechazado cualquier ajuste en la reforma. Ayer, sin embargo, le tocó ceder. Al contrario de lo que pretendía Clement, el primer pago del nuevo subsidio se realizará en enero y no en febrero, según se decidió anoche en la cancillería. Además, se ampliarán los cupos para los planes de ahorro que los padres pueden concertar a nombre de sus hijos para asegurar su educación superior. Esta última polémica se había originado por el hecho de que también este tipo de patrimonios se tendrá en cuenta a la hora de determinar quién necesitará realmente de estas ayudas.

Pequeños detalles, en suma, pero que en estos días han desatado cada vez mayores manifestaciones callejeras, sobre todo en la antigua República Democrática Alemana, donde el paro duplica al del Oeste del país. Aunque la meta final de Hartz IV sea reducir el desempleo a través de una dinamización del mercado laboral, y aunque los expertos destaquen que la reforma no conllevará pérdidas de ingreso para los más desfavorecidos, el nerviosismo generado por sus complejas estipulaciones -se trata de la mayor reforma social acometida por este Gobierno, según se recordó ayer- es grande.

Mucha gente tiene miedo. Para enfrentarlo, el Gobierno lanzó ayer una confusa página de Internet para explicar los cambios que conllevará la reforma y anunció la distribución de 50.000 volantes informativos. En vista de que los ánimos ya están muy caldeados, es éste un esfuerzo tardío, según destacaron ayer varios comentaristas de la prensa alemana. Pero hay alguien más que aún debe volver de vacaciones: Angela Merkel, la presidenta de la Unión Cristiana Democrática (CDU). La fusión del subsidio por desempleo con la asistencia social es una vieja reivindicación de la oposición, que aprobó y endureció el proyecto a través de su control de la Cámara alta del Parlamento (Bundesrat). Pese a ello, diversos líderes regionales de los democristianos se han distanciado de la reforma, para no perder votos en una serie de comicios que se avecina en los Estados federados.Un colaborador de Merkel se apresuró ayer a aclarar que la CDU sigue apoyando plenamente Hartz IV.

El canciller alemán, Gerhard Schröder, en el Parlamento en 2000.
El canciller alemán, Gerhard Schröder, en el Parlamento en 2000.AP
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