Afrenta para la democracia
Son dignas de elogio las investigaciones del Gobierno para depurar responsabilidades en el accidente del Yakovlev-42 en Turquía el pasado mayo. Más loable es si cabe el apoyo material y moral que reciben las familias de las víctimas, en particular del fiscal general del Estado y de la vicepresidenta primera del Gobierno.
Los familiares de los desaparecidos en las "fosas del olvido" nos alegramos de que el Gobierno sea sensible al dolor de los deudos de esa tragedia. Sin duda, en breve pondrá el mismo celo en rescatar los restos de miles de civiles republicanos repartidos por toda España que lo esperan desde hace casi siete décadas.
Las pocas exhumaciones que se realizan apenas tienen apoyo institucional. Los recursos económicos son escasos. A falta de presupuesto para efectuar pruebas de ADN, se abaratan las identificaciones de los hombres recurriendo a la talla del servicio militar. Como los medios humanos son también limitados, se da prioridad a las fosas más pequeñas. Las que ocupan centenares de víctimas son inabordables.
Esperamos que el Gobierno no se limite a cambiar de nombre las calles que rememoran la pesadilla franquista. Confiamos en que la acción reivindicativa representada en la viñeta de El Roto (EL PAÍS, 9 de julio, "¡Somos del movimiento de los sin tumba y venimos a ocupar el mausoleo!") no sea necesaria. La recuperación de la memoria histórica republicana es un clamor.
El domingo día 11 leímos en las páginas de EL PAÍS que "Cristianos por el Socialismo recuerda en el Parlamento interreligioso a los 3.000 fusilados en los terrenos del Fórum entre 1939 y 1947".
La decisión unánime del Congreso (20-11-2001) en la que se instaba a los ayuntamientos a colaborar en la apertura de las fosas comunes no basta; es necesaria la intervención directa e inmediata del Gobierno. La losa que oculta los crímenes de la dictadura debe dejar de ser una afrenta para la democracia española.
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